APUNTES… Adelante en la pelea por México
Por: Guillermo Fabela Quiñones
Mientras Donald Trump esté en la Casa Blanca seguirán las presiones al Gobierno de México, incluso podrían aumentar en la medida que bajara la guardia el presidente Andrés Manuel López Obrador para no generar inquietud innecesaria en la cúpula financiera, la cual sigue teniendo fuerte influencia en las decisiones de política interna. En consecuencia, lo sensato es mantenerse alerta y propiciar un ambiente de apoyo social cada vez más firme, única tabla de salvación a las amenazas del imperio.
No hay que menospreciar el descontento de las clases medias, incubado en el desconocimiento de la realidad nacional por los conservadores, quienes aprovechan los movimientos tácticos de López Obrador para calificarlo de traidor a sus promesas de campaña, cuando lo que ocurre es la necesidad de no incurrir en acciones impactantes mediáticamente pero con resultados nocivos para el proyecto nacional de afianzar cimientos firmes a la «Cuarta Transformación».
Trump amenazó ahora con revelar “puntos no dichos del pacto con México”, en el momento que lo crea oportuno. No dejará de chantajear al Gobierno de López Obrador, con el fin de frenar el proceso de reivindicaciones históricas en favor de las clases mayoritarias, imperativo ineludible para crear condiciones objetivas que permitan los cambios que urge llevar a cabo en apenas un sexenio.
Para ello necesita el apoyo firme y convencido del pueblo, incluidas las clases medias, las cuales empiezan a dudar de las buenas intenciones de López Obrador porque no está teniendo los resultados que suponían tendría apenas al entrar en Palacio Nacional. Esto lo saben los asesores de Trump y quieren aprovecharlo para mantener un círculo amenazante cada vez más cerrado sobre el Gobierno mexicano.
Trump no quiere perder la iniciativa de presionar en el momento que lo quiera y con los pretextos que se le ocurran. Lo hará mientras la economía mexicana siga prendida de alfileres y no haya un crecimiento real. Y no habrá estas condiciones en tanto no salga del círculo vicioso de la baja productividad y fuerte constreñimiento del mercado interno. Para salir no hay otro camino que romper las ataduras del neoliberalismo con acciones concretas, que convenzan no sólo a los inversionistas nacionales y extranjeros, sino al pueblo en su conjunto.
En la reciente crisis provocada por Trump, quedó demostrado que López Obrador es un negociador firme y responsable, su prestigio internacional subió a las nubes. Sin embargo, internamente los conservadores aprovechan la necesidad del Ejecutivo de actuar con sentido de responsabilidad para tildarlo de falto de firmeza y temor al imperio. El hecho real, después de neutralizar a Trump, es que se evitó la subida de aranceles, México no será un país santuario para migrantes ni se puso en riesgo la soberanía nacional.
No es poca cosa, al tener de rival a un golpeador inescrupuloso como el actual inquilino de la Casa Blanca. Se logró frenar su soberbia, aunque de inmediato volvió a las andadas como es su estilo. Pero con López Obrador no logrará su cometido de mandarlo a la lona con un golpe bajo: Cuida mucho su defensa y mantiene siempre la cabeza fría. Esto es lo que saca de quicio a los conservadores al no encontrar un resquicio para sacarlo de balance. Esto es un factor fundamental para seguir adelante en la pelea por México.
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