APUNTES… Con la consulta sucedió lo previsible
Por: Guillermo Fabela Quiñones
Mientras el régimen no se sacuda los lastres del pasado, la realidad nacional se mantendrá tal como lo evidenció la consulta “ciudadana” del domingo. Cabe puntualizar que, aunque se hubieran alcanzado las metas exigidas por la Ley, de un mínimo de 38 millones de votos para hacerla vinculante al objetivo de enjuiciar a los expresidentes del periodo neoliberal, la realidad pondría las cosas en su sitio: seguirían en absoluta libertad mediante la apelación.
Con todo, se logró el propósito buscado por el presidente López Obrador: desentenderse de una vez del compromiso de castigar a los cinco exjefes del Ejecutivo como lo mandata la Constitución, por los delitos que se detallaron ampliamente en los promocionales de la consulta en dos semanas previas a las de su realización. Ahora, tanto estos como el actual mandatario podrán olvidarse del tema que tanta ilusión despertó en millones de ciudadanos que no tienen conocimiento de los mecanismos ocultos del poder.
Por principio de cuentas, tendría que haberse abrogado la Ley Federal de Consulta Popular promulgada en marzo de 2014, la cual se diseñó para ser inaplicable, como se evidenció el domingo cuando menos del 2 por ciento del padrón acudió a las casillas. Sólo el INE es el responsable de su organización y promoción, lo cual evidentemente no hizo argumentando falta de recursos, de tiempo y de todo lo que quiera argüir. ¿A poco eso no lo sabían en la presidencia de la República?
Como era también previsible, ahora se culpa al INE, a los conservadores y a todos “los enemigos de la democracia participativa”; aunque en descargo se dirá asimismo que la consulta del domingo fue un “ejercicio que demostró la voluntad del régimen y de la ciudadanía por avanzar en materia organizativa”. Sin embargo, la realidad pronto evidenció que el pueblo sigue esperando justicia.
Un ejemplo en tal sentido lo dieron los pobladores de San Salvador Atenco, en el estado de México, quienes de inmediato exigieron que, a pesar de los resultados de la consulta, los expresidentes Vicente Fox y Enrique Peña Nieto, sean sometidos a juicio. Esto no ocurrirá, no hay condiciones objetivas para dar un paso de tal magnitud, situación que debió haber explicado el presidente López Obrador para hacer comprender a la ciudadanía el imperativo de crear esas condiciones y proceder en consecuencia con políticas públicas concretas.
El hecho evidente es que han pasado casi tres años del actual sexenio y el viejo régimen sigue inamovible, aunque haya quienes consideren que no es así, que la sociedad está cambiando. Prueba clara de ello es que ahora se tiene conocimiento de los crímenes del pasado, realidad supuestamente desconocida por el pueblo; que ahora se tienen pruebas de la súper corrupción de los exmandatarios, de sus fechorías y latrocinios, como si el ciudadano de a pie no hubiera sufrido en carne propia las secuelas que dejó tan dramática realidad. Eso sí: se puso fin al cinismo y a los excesos del pasado.
Ahora, el riesgo para el régimen es que el ejemplo de los pobladores de San Salvador Atenco cunda a lo largo y ancho del país, precisamente por las expectativas que despertó el mandatario durante su campaña; aunque un factor en contra es el analfabetismo político de las clases mayoritarias, las cuales son manipuladas por demagogos, como la afirmación de que la consulta del domingo “abre caminos de esperanza a una democracia participativa”.
No es así, no hay voluntad para dar ese paso, como lo demuestra el hecho de que la demagogia es el único lenguaje que utiliza el partido en el Gobierno, en consonancia con los constantes zigzagueos del presidente López Obrador y su estilo personal de gobernar que aplaude sin reparos la cúpula empresarial.
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