APUNTES… Confrontaciones, se pudieron haber evitado

Zona de Debate | 29/10/2020 - Hace 3 años
APUNTES… Confrontaciones, se pudieron haber evitado

Por: Guillermo Fabela Quiñones

Las confrontaciones entre el presidente López Obrador y los gobernadores de la Alianza Federalista, sumadas a reclamos de empresas privadas que no aceptan nuevas reglas de juego favorables a los mexicanos, complican más de lo debido la coyuntura de emergencia sanitaria y económica por los costos de la pandemia. Tal realidad no conviene a nadie, excepto a los beneficiarios de un sistema político cómplice de intereses ligados a organizaciones mafiosas de alcance global.

El hecho es que luego de casi dos años, el Gobierno que llegó al poder legítimamente, por primera vez en la historia del país, está perdiendo a pasos acelerados su capital político. Así lo revelan las presiones de grupos conservadores y organismos empresariales que no aceptan otras reglas diferentes a las suyas, las cuales encuentran campo propicio por el modo de ejercer el poder del presidente López Obrador.

En vez de consolidar la fuerza con la que el Ejecutivo Nacional asumió su mandato, en estos dos primeros años la está perdiendo. Así lo revelan los constantes dimes y diretes entre el inquilino de Palacio Nacional y sus críticos que cada vez amplían su espectro ideológico, pues lo mismo se encuentran entre los ultras de derecha como de izquierda, entre organizaciones empresariales que sindicales, cuando lo prudente y razonable debería ser un entorno de unidad en el camino hacia la Cuarta Transformación (4T), proyecto que conviene a todos los mexicanos, incluidos los verdaderos empresarios.

La raíz del problema, sin temor a equivocación, está en el modo de ejercer el poder del Presidente. En vez de apuntalar su base de apoyo que lo condujo a la victoria en las urnas, se olvidó de ella confiando en que su táctica asistencialista y sus acciones contra la corrupción serían suficientes para tranquilizar la sed de justicia de la inmensa mayoría de sus votantes. Ahora está obligado a redoblar el paso con medidas que debió haber tomado al inicio de su mandato, a fin de contar con el apoyo social necesario para superar confrontaciones desgastantes.

La más negativa y contradictoria con su proyecto fue decretar una austeridad forzosa en una coyuntura económica que exigía más oxígeno y vitaminas, como es lo razonable en un cuerpo anémico, luego de casi cuatro décadas de nulo crecimiento real. Hoy pretende continuarla, con el pretexto de enfrentar la pandemia, la cual no se ha podido frenar por el modo de enfrentarla, dejando a la ciudadanía en libertad de ejercer una supuesta “mayoría de edad”, situación que demostró la irresponsabilidad de una población dañada por el modo de vida neoliberal, individualista y materialista a ultranza. Hoy estamos al borde de un rebrote más peligroso.

No se quiso actuar como lo demandaba la gravedad del problema, con medidas disciplinarias firmes, no coercitivas sino efectivas, todo por no dar margen a que la derecha redoblara sus absurdas acusaciones de que iba a “convertir a México en una dictadura”. En dos años han seguido con la misma cantaleta, pero el Presidente perdió la oportunidad de patentizar con hechos concretos un cambio estratégico, creyendo equivocadamente que sus acciones tácticas eran suficientes para demostrar su voluntad de cambio.

Hoy vemos que ese cambio fue de forma, no de fondo, superficial como lo quería la cúpula que controla los grandes intereses empresariales y financieros en el país. Las consecuencias están a la vista: Ahora que pretende ir al fondo no puede, pues la resistencia de aquellos es significativa. Al grado de que un grupo de legisladores estadunidenses pidió al presidente Trump que exija a su homólogo mexicano “respete la reforma energética” que las trasnacionales impusieron a México en el sexenio pasado.

Es fácil advertir que el cambio prometido se quedará a medio camino, en el mejor de los casos. En el peor, que de plano se pierda la oportunidad histórica que se abrió con el triunfo en las urnas en 2018, por el error estratégico de olvidarse de algo tan elemental como es la colocación de cimientos en un edificio. Al partido en el poder le tocaba esta labor, sólo que se quedó sin un maestro de obra y sin albañiles.

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