Por: Guillermo Fabela Quiñones

En el marco del 80 aniversario del Partido Acción Nacional, la derecha hoy encajonada en su impotencia y amargura, arremetió contra el presidente López Obrador y su proyecto de país progresista y democrático, con acusaciones que se le revierten porque los conservadores, representados por esta institución política, mientras se mantuvieron en el poder mostraron su rostro imperial y antidemocrático, su talante de doble moral y su odio de clase que dividió a los mexicanos como en el siglo XIX, entre la plebe y la aristocracia.

La presencia como invitado especial de Vicente Fox, demuestra lo desfasado que está un partido que no tiene nada que ofrecer a los mexicanos, y sí en cambio busca cómo sabotear un gobierno que no tiene compromisos con grupos de interés, animado por el imperativo de reordenar el caos social que generaron seis sexenios al poner a las instituciones al servicio de una minoría voraz, apátrida y proclive a entregar los bienes nacionales al mejor postor.

No fue fortuito tampoco que el presidente de la Coparmex, Gustavo de Hoyos, fuera otro invitado especial, para “cohesionar la inconformidad” contra un mandatario que, según De Hoyos, pretende el “surgimiento de una presidencia imperial absoluta y de polarizar a la sociedad”. ¿No fue contra dicha forma de Gobierno absolutista y de corte “monárquico” por lo que votó el pueblo en las elecciones del año pasado?

Según el presidente del blanquiazul, Marko Cortés: “Lo que realmente  hoy está en juego es la democracia y el autoritarismo”. Lo dijo  con un desenfado cínico, pues la sociedad mayoritaria sufrió en carne propia la tortura de un régimen autoritario y antidemocrático, que se  sumó a la ola neoliberal, en los años 80, sólo para acabar con el modelo de la Revolución Mexicana y construir un régimen neofascista que durante más de tres décadas desmanteló las instituciones que favorecieron, a pesar de la corrupción y un firme corporativismo, la gobernabilidad y el crecimiento económico del país.

El grotesco y nefasto personaje de opereta que es Fox, no tuvo empacho en afirmar sus verdaderas intenciones: “Darle en la madre a la ‘Cuarta Transformación'». Desde luego, conforme a su ausencia de ideas, no propuso nada a cambio, pues su única finalidad en la vida es la venganza contra quien lidera hoy un proyecto de país que busca aglutinar a la sociedad, no dividirla, como hizo la derecha cuando estuvo en el poder. Lo grotesco de esta asamblea conmemorativa del octogésimo aniversario del PAN, es que Fox renunció al partido en 2012 y lo traicionó al llamar a los panistas a votar por Peña Nieto.

De ahí la importancia de que el presidente López Obrador prosiga su marcha progresista y democrática, sin perder de vista el riesgo que correría la Cuarta Transformación si hace concesiones a la cúpula oligárquica, pues históricamente está demostrado que incumple compromisos, avasalla con su fuerza y poderío económico, tal como lo ejemplifica la postura del presidente de la Coparmex.

Que gane Morena las elecciones del 2021 es vital para proseguir la construcción del proyecto incluyente que conviene a los mexicanos. Asegurar un futuro menos incierto y abrir caminos al crecimiento y al desarrollo social, será posible en la medida que asuma con firmeza el compromiso de romper las ataduras neoliberales, tal como lo hizo Evo Morales en Bolivia. No hay otra opción.

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