Por: Guillermo Fabela Quiñones

El despertar de los pueblos de Chile y de Argentina, las convicciones democráticas de la población de Bolivia y de Ecuador, permiten que renazca la esperanza en toda América Latina de vencer la estrategia de los poderes fácticos imperiales, orientada a mantener en la opresión a más de dos terceras partes de la humanidad. México es ahora la nación que tiene la oportunidad histórica, irrepetible, de liderar la marcha de la Patria Grande hacia su liberación para remontar los retos del futuro.

La codicia e inhumanidad del uno por ciento de la población del planeta puede ser frenada con la organización de los pueblos, sin dar margen a que los neofascistas tengan pretexto para masacrar a las naciones que osan levantar la voz en defensa de sus legítimos derechos. ¿No están muy molestos por la ola migratoria, los Gobiernos y las élites que históricamente han oprimido, subyugado y explotado a pueblos débiles, obligándolos a mantener su perenne situación de pobreza y buscar cómo paliar su hambre en la emigración forzosa?

La estrategia más eficaz y racional de parar este dramático flagelo, no es otra que permitir el desarrollo de los pueblos saqueados y mantenidos en un subdesarrollo cada vez más dramático y ominoso. Al menos 4 mil millones de habitantes del planeta no tienen nada que perder si luchan por lograr una supervivencia elemental. Saben ahora, por tanto y prolongado sufrimiento, que de todas formas serán eliminados de la faz de la Tierra, como lo están haciendo los poderes fácticos imperialistas con sus perversas políticas enmarcadas en lo que se conoce como neoliberalismo.

Toca ahora a México, una vez roto el muro de contención que impedía la salida de la pobreza por un nuevo régimen decidido a combatir las causas sociales de la violencia, demostrar firmeza y liderazgo para seguir adelante hasta derrotar a la voraz serpiente, ahora sólo enroscada, a la espera de un descuido del guía del pueblo para clavarle los colmillos. La coyuntura es propicia, tanto para dar un salto cualitativo que fortalezca los cambios democráticos y progresistas, como para dar facilidades a la víbora de que se desenrosque e inocule su veneno al cuerpo social en vías de fortalecimiento.

Los dramáticos sucesos en los países latinoamericanos, sacudidos por la movilización política liberadora, son un espejo en el que debemos mirarnos los mexicanos. Es incuestionable que nuestra realidad es más compleja, no sólo por la vecindad con la hidra ponzoñosa, sino por la desorganización e incultura de un pueblo largamente atado a designios de un régimen al servicio de minorías abusivas con mentalidad medieval.

Los acontecimientos mundiales en meses recientes, patentizan contradicciones profundas entre las élites del poder global. Esto debe ser aprovechado por el gobierno del presidente López Obrador, con inteligencia y audacia, sin temor al fracaso en la medida que mantenga el apoyo de las clases mayoritarias. Los titubeos y zigzagueos no caben en las actuales circunstancias. Sería como dar oportunidad a la serpiente a que deposite sus huevos e inocule su veneno sin misericordia alguna.

El pueblo mexicano está listo para seguir el camino de la Cuarta Transformación, siempre y cuando vea que sus esfuerzos no son en vano. El gobierno de Estados Unidos, está demostrado, respeta a quienes se dan a respetar, humilla a quienes no se respetan ni a sí mismos, como lo hizo el régimen corrupto de la tecnocracia apátrida.

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