Por: Guillermo Fabela Quiñones

Con las diferencias históricas obvias entre una realidad y otra, lo que sucede actualmente en nuestro país, nos recuerda los tiempos del despegue del fascismo en Italia y del nazismo en Alemania, cuando después de la Primera Guerra Mundial, los pueblos en ambas naciones intentaron organizarse bajo ideales reivindicatorios. El vacío de la monarquía derrotada, lo que quedaba de su poderío, fue llenado por organizaciones radicales que aprovecharon el debilitamiento de la vida civil para promover su ideario faccioso.

En poco tiempo su éxito fue notable, no sólo por el carisma de los principales líderes de ambos movimientos extremistas, sino por su intuición para desinformar al pueblo, conducirlo por el camino deseado, echar culpas de sus acciones criminales a los partidos contrarios, y particularmente a los de convicciones progresistas. Este esquema lo está siguiendo en nuestro país la derecha radical, pero sin la inteligencia ni astucia de sus predecesores nazi-fascistas. Es el caso, por el momento más notorio, del Gobernador de Jalisco, quien pretendió culpar de su terrorismo al presidente López Obrador.

Alfaro, orquestador de la campaña sediciosa

Se le revirtió la jugada y tuvo que excusarse públicamente de su desatino. Sin embargo, no cesa su labor subversiva, como se advirtió al quedar en evidencia su participación como orquestador de la campaña contra el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, y el presidente de la Coordinación Política del Congreso poblano, Gabriel Biestro Medinilla, ambos de Morena. No es casualidad que detrás de esta campaña de difamaciones esté un “holding” ligado al mandatario jalisciense, Enrique Alfaro Ramírez, expriísta que llegó a la gubernatura bajo la cobertura del partido Movimiento Ciudadano.

Dicho “holding” está integrado por las firmas Eu Zen Consultores SC y La Covacha Gabinete de Comunicación Social, SA de CV. ¿Por qué los ataques a Barbosa y a Gabriel Biestro? Porque los conservadores no se resignan a que Puebla se pierda como el puntal emblemático de su fuerza política, desde mediados del siglo XIX hasta la derrota sufrida a manos de Morena en la persona de Barbosa y, de manera particular, de quien avizoran como su natural sucesor en la gubernatura, el presidente de la Coordinación Política del Congreso.

Busca ser el candidato natural de la derecha

Puebla es una entidad clave para el conservadurismo mexicano, es un símbolo de su presencia reaccionaria en la historia del país, de ahí su interés en cerrar el paso a Biestro y obstaculizar lo más posible el desempeño del actual Mandatario estatal. ¿Por qué Alfaro tiene interés en complicar la vida política poblana? Por la sencilla razón de que quiere erigirse como el contendiente natural de la derecha en los comicios federales de 2024, ante la notoria falta de líderes con fuerza y carisma entre los conservadores.

Así empezaron sus respectivas carreras Mussolini en Italia y Hitler en Alemania, a fin de sacar provecho del desconcierto de sus pueblos por los terribles estragos posteriores a la primera gran conflagración mundial, entre los que surgió inopinadamente la pandemia de la “gripe española” al finalizar el conflicto armado que dejó a Europa sumida en la desolación más dramática jamás vista hasta entonces, cuya culminación, una década después, fue el crack económico de 1929.

Por eso la derecha nazi-fascista busca afanosamente cerrar filas, a fin de frenar el avance de las corrientes progresistas y democráticas. El Bloque Amplio Opositor (BOA) es una de las “víboras” en el camino del pueblo por lograr su liberación y poner fin al oprobio del neoliberalismo que empolló el “huevo de la serpiente”. De ahí el imperativo de cerrar filas, sin sectarismos estúpidos, en contra del fascismo que asoma su cabeza rapada. Contra el conservadurismo rapaz y despótico, no hay más alternativa que un Estado fuerte, progresista, con fortaleza masiva capaz de desactivar su veneno.

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