APUNTES… La CNTE contra sus propios agremiados
Por: Guillermo Fabela Quiñones
El conflicto magisterial parece que seguirá un largo rato, mientras la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) no asuma su responsabilidad de evitar que fuerzas ajenas al magisterio se infiltren en su organización. Esto es válido señalarlo debido a la actitud asumida el pasado martes en la Cámara de Diputados por un grupo de integrantes de la mencionada agrupación, quienes cometieron actos de vandalismo que en vez de contribuir a que los acuerdos sobre el tema de las tres leyes reglamentarias que debían quedar aprobadas hoy día 12 de septiembre, continuarán pendientes.
Esta actitud de confrontación innecesaria afecta no sólo el curso de las negociaciones, sino a la propia CNTE; lo que se necesita es que sus dirigentes demuestren madurez y capacidad política para superar divergencias con el gobierno del presidente López Obrador. Ni que decir tiene que no debería haberlas, teniendo en cuenta que el mandatario tiene la firme convicción de apartarse de las políticas públicas neoliberales y encauzar al país por una senda de recomposición del estado de derecho. Tal parece que no lo han entendido algunos dirigentes que se han caracterizado por su proclividad a adoptar posturas radicales.
Es indudable que hay muchos intereses en juego, muy encontrados entre sí, debido a que la política educativa del nuevo régimen busca un cambio de paradigma al de la tecnocracia neoliberal; vemos que hay varios factores que indican que sigue metida en la Secretaría de Educación Pública. De ello se aprovechan los dirigentes radicales de la Coordinadora que le hacen el juego a la derecha con su cerrazón y proclividad a la violencia. Es obvio que lo que buscan con ello es conservar cuotas de poder, no servir a los intereses del gremio, legítimos la mayoría.
Con esa forma de proceder le dan armas a la derecha para que tenga argumentos en contra de la educación pública, gratuita y laica. No había razón para actuar como lo hicieron los integrantes de la CNTE que decidieron cercar la sede de la Cámara de Diputados, creando un ambiente hostil que se prestó para que se aplazara el debate en torno a las tres leyes secundarias, fundamentales para que la reforma educativa sea un hecho irreversible y sirva de bandera a la «Cuarta Transformación» en una materia fundamental para que México salga de la mediocridad en la que se ha vivido por la ausencia de políticas públicas, acordes con el imperativo de educar a niños y jóvenes con la nueva visión que nos impone el siglo XXI.
En este momento, el radicalismo de la CNTE es un valladar a los necesarios avances que deben legislarse para que la reforma educativa pase a ser una política de firme trascendencia, como conviene a todos, menos por supuesto a la derecha conservadora que quisiera anclar a los mexicanos en el pasado. Quienes van a ganar con esta actitud de un grupo faccioso seguramente infiltrado, son los dirigentes de la llamada organización “oficial”, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Es lastimoso que los ultras, por llamarlos de algún modo, de la Coordinadora, no entiendan que le hacen un daño irreparable a sus agremiados de base. Si continúan por ese camino de confrontación irracional, van a cancelar la posibilidad de ser una organización seria, digna de ser tomada en cuenta por el Ejecutivo.
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