APUNTES… La voluntad del pueblo no es imposición
Por: Guillermo Fabela Quiñones
Aunque se quiera desestimar la firmeza de la cúpula oligárquica para hacer fracasar al régimen de la Cuarta Transformación (4T), como lo ha hecho el presidente López Obrador reiteradamente, lo cierto es que el conservadurismo sigue en la línea que trazó al ver que sus presiones al Mandatario, vía el diálogo directo, fracasaban. Esto no lo aceptan ni lo harán mientras el fiel de la balanza del poder no se incline a su favor.
Muestra obvia de ello es la decisión del senador Ricardo Monreal, presidente de la Mesa Directiva, de retirar su propuesta, sin duda trascendente como el mismo lo señala, de unificar tres órganos autónomos con el fin de crear el Instituto Nacional de Mercados y Competencia para el Bienestar. Puntualizó que solicitará “que se posponga la presentación de la misma para que podamos construir una solución cimentada en el consenso y en los acuerdos, no en el enfrentamiento, no en la imposición”.
Por lo visto, el camino para que la cúpula oligárquica presione con más eficacia a fin de lograr que sus intereses sigan intocados, es el Senado. Si una iniciativa de reforma constitucional es vital para el futuro de México, debe ser aprobada con la legitimidad que da la mayoría en el Congreso, representativa del poder delegado por el pueblo. No se requiere esperar consensos y acuerdos, que la iniciativa privada está dispuesta a frenar con la fuerza de sus firmas empresariales y cuentas bancarias. ¿No fue así como se concretó el Pacto por México al inicio del gobierno de Enrique Peña Nieto?
La 4T se podrá consolidar en la medida que el Ejecutivo atienda el interés colectivo, no como en el pasado, cuando lo que imperó fueron las imposiciones del mandatario en turno, siempre favorables a una minoría cada vez más excluyente y reaccionaria. El Legislativo, independientemente de la división de poderes, está para hacer valer los derechos del pueblo sin los cuales será impensable un cambio progresista en México. Por eso se votó en favor de Morena y su abanderado en 2018.
Hacer valer la voluntad de las clases mayoritarias no es imposición, sí lo es dar preeminencia a intereses mezquinos que atentan contra el bienestar y el progreso de la nación. Tal fue el caso del Pacto por México, con el cual se validaron ilegalmente las “reformas estructurales”, que fueron el tiro de gracia a la soberanía nacional. Este es el régimen que añora la derecha, de ahí sus constantes presiones, con toda libertad, a un Mandatario que en forma reiterada ha demostrado total respeto al derecho de manifestación y de libertad de sus opositores, incluso socavando su imagen ante sus votantes.
Sin embargo, aun así, la Asociación de Gobernadores de Acción Nacional, dio a conocer lo que llamó “Acuerdo en defensa de la libertad, la democracia y el federalismo”, en el que afirman que “México no puede desandar el camino del federalismo, de los contrapesos ni de la libertad. No hay lugar para el regreso a una suerte de república monárquica”. ¿Acaso no es lo que la nación vivió y sufrió durante los muchos años de un régimen corporativo de un solo hombre, magnificado durante la hegemonía de la tecnocracia atada a corporaciones que depredaron los bienes del país?
Obviamente, la derecha ultramontana no tiene argumentos válidos para criticar a un Gobierno que tiene plena disposición para el entendimiento con ellos, no obstante, su mezquindad y total ausencia de sensibilidad política. Así no van a lograr nada, es como si ellos mismos se pusieran la soga al cuello.
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