APUNTES… Oportuna visita de Christine Lagarde
Por: Guillermo Fabela Quiñones
En visita a nuestro país, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, después de haber estado aquí hace cinco años, en plena debacle neoliberal, mostró su asombro porque “todavía podemos ver que la pobreza es un reto principal”. Ella mejor que nadie, por su posición, sabe que el flagelo es concomitante con las políticas públicas que condiciona el organismo, a tono con el imperativo de favorecer altos rendimientos al capital financiero global, principalmente.
Se reunió en privado con el presidente López Obrador, a quien dio su apoyo por su estrategia de combate a la corrupción y al crimen organizado, flagelos que “no apoyan al crecimiento sustentable”. Dijo haberlo felicitado, porque “ha reducido y quiere reducir más la pobreza extrema. Yo creo que hay muchas razones para ser optimistas en los resultados, aunque no todo mundo está contento con su programa general”.
Al cumplir seis meses de gobierno, es natural que haya más interrogantes que respuestas sobre el rumbo que sigue la actual administración, más al tener de vecino en la Casa Blanca a un mandatario incapaz de controlar sus emociones, sin conciencia del momento histórico que está viviendo el mundo, cosa que debe aterrar a no pocos estadistas, como bien debe saberlo la alta funcionaria del FMI, quien se enteró aquí del nuevo berrinche de Donald Trump contra el gobierno mexicano.
Todo en esta vida tiene límites, lo sabe muy bien la influyente mandamás del FMI. La actitud insensata y perversa de Trump lo ha rebasado con creces, al demostrar que el futuro de la región y del Tratado de Libre Comercio (T-MEC) depende del estado de ánimo de un individuo manipulado por su inestabilidad emocional. Tal realidad no conviene a nadie, ni siquiera a los verdaderos y principales beneficiarios del modelo económico más excluyente conocido hasta la actualidad.
Es muy injusto y contraproducente seguir exprimiendo a las masas de ciudadanos mexicanos, en beneficio de grandes intereses trasnacionales y con el agravante de estar constantemente bajo las amenazas de un gobernante que deja muy mal parado, a los ojos del mundo, al pueblo estadunidense. En este sentido, es muy oportuna la visita de la economista en jefe del FMI, quien reconoció ante López Obrador que “tiene que haber progreso para poder reducir la pobreza, reducir la falta de igualdad y tener un enfoque más transparente y de una manera correcta”.
Ahora sólo falta que de las palabras pase a las acciones concretas, deje de presionar a México y asuma sus responsabilidades como uno de los organismos cupulares del futuro económico del mundo. El actual gobierno mexicano está demostrando, en este corto lapso, tener claridad sobre la ruta a seguir como nación soberana, está cumpliendo con amplio sentido de responsabilidad su parte, como lo deja ver su ausencia de compromisos con el FMI, así como su actitud digna ante los embates de Trump.
La señora Lagarde sabe muy bien que la ola migratoria en el mundo, y en particular la que se vive en esta parte del continente, no se acaba por decreto ni por falta de voluntad de tal o cual gobierno. Trump toma como absurdo pretexto el problema de los migrantes centroamericanos para presionar al gobierno mexicano, de una manera vil e indigna. La comunidad internacional debe frenarlo antes de que cometa una barbaridad irreparable.
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