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APUNTES… ¿Podrá Biden frenar el neonazismo divisionista?

21/01/2021 - Hace 4 años en México

APUNTES… ¿Podrá Biden frenar el neonazismo divisionista?

Zona de Debate | 21/01/2021 - Hace 4 años
APUNTES… ¿Podrá Biden frenar el neonazismo divisionista?

Por: Guillermo Fabela Quiñones

Al asumir su responsabilidad como presidente, Joe Biden se enfrenta al reto de instaurar la democracia en Estados Unidos en las condiciones más adversas. No es una hipérbole tal afirmación, sino el reconocimiento de una realidad inocultable. El imperio más grande del planeta ha forjado su destino bajo el impulso de la codicia sin límites y la explotación inmisericorde de los más desvalidos, con la retórica suficiente para encubrir las injusticias que cometen sus cúpulas dentro y fuera de su territorio.

Luego de la catastrófica experiencia de poner en la Casa Blanca a un especulador inmobiliario, ahora el nuevo mandatario, surgido de la clase política, tiene la encomienda prioritaria de recomponer el desbarajuste dejado por Donald Trump, quien en su último mensaje amenazó: “Regresaremos de algún modo”. Obviamente no es una balandronada, es una promesa a sus seguidores de que se mantendrá a la espera de que Biden fracase en su intento de hacer viable la democracia, única alternativa para que Estados Unidos no profundice su dramática polarización.

“El momento por un cambio es ahora”, sentenció la directora ejecutiva de la principal organización de quienes llegaron con sus padres, siendo niños, en busca del sueño americano, “United We Dream”. Vaya que tiene razón; nunca como en este momento Estados Unidos demanda cambios de fondo que le permitan enfrentar el mundo multipolar que se está gestando. El reto es lograrlos pronto para tener condiciones que permitan la recuperación que necesita, en todos los órdenes, y  así tener la viabilidad de participar en la búsqueda de equilibrios geopolíticos, antes de que se pierda la oportunidad política.

En el mensaje inaugural de su mandato, Biden insistió en el imperativo de que los estadunidenses dejen atrás las divisiones, la polarización, pues “sin unidad no hay paz, sólo amargura y furia”, sentenció. Tendrá que dar pasos firmes en esa dirección, lo que lo obligará a tomar decisiones que impliquen cambios democráticos. La pregunta es si tendrá la voluntad de hacerlos y si, llegado el caso, se lo permitirán las élites que controlan la vida del país con objetivos oligárquicos, por ende antidemocráticos.

El reto es mayúsculo después de cuatro años en que la balanza del poder se inclinó pesadamente del lado de los poderes fácticos más voraces y nefandos del imperio. No hay duda que apoyaron a Trump, al extremo de rebasar límites impensables, como el intento de autogolpe de Estado cuyas escenas en el Capitolio semejaban una película de terroristas imaginada en Hollywood. No pocos jefes de Estado creyeron que lograría su objetivo, por eso esperaron hasta el final de su periodo para ofrecer su reconocimiento a Biden, sin concebir que llegaría al suceso más oscuro en la historia de Estados Unidos.

La apuesta de Biden es por la transformación del sistema político de su país, lo cual implica el imperativo de hacer cambios democráticos en serio, no superficiales ni demagógicos. Para decirlo en pocas palabras, dar paso a la democracia participativa, donde el pueblo pueda hacerse escuchar y reclamar sus derechos legítimos, incluido el de que su voto cuente en las urnas más que el de los 538 electores que deciden el resultado final, como si aún estuviéramos en el siglo dieciocho.

Biden tendrá que dedicar gran parte de su tiempo a los problemas legados por Trump al interior de su país. Los derivados de la vecindad con México seguramente los delegará al Departamento de Estado y otras instancias. De ahí lo absurdo de la confrontación con la DEA que inició el presidente López Obrador y continuó, con mordacidad innecesaria en conferencia de prensa, el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero.

Lo que se puede colegir de este procedimiento, originado por el asunto del general Cienfuegos, es que puede derivar en una confrontación innecesaria con el gobierno de Biden, todo con el propósito de desviar la atención de los problemas que enfrenta el régimen de la Cuarta Transformación (4T) y alentar entre la ciudadanía una corriente de exacerbado nacionalismo. Nada más peligroso en este momento.

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