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APUNTES… Reinventar las estrategias de seguridad

19/10/2019 - Hace 5 años en México

APUNTES… Reinventar las estrategias de seguridad

Zona de Debate | 19/10/2019 - Hace 5 años
APUNTES… Reinventar las estrategias de seguridad

 

Por: Guillermo Fabela Quiñones

El pasado jueves, la ciudad de Culiacán vivió escenas que patentizan el imperativo de reinventar las estrategias de seguridad, a fin de no incurrir en errores muy costosos que dan pie a los conservadores para impulsar sus acciones desestabilizadoras. La capital sinaloense vivió horas de terror por el fallido intento de aprehensión de un hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, hecho que demostró una realidad incuestionable: una cosa son los cárteles históricos del narcotráfico y otra muy diferente la delincuencia organizada.

Los primeros mantienen estrechos vínculos con amplios sectores productivos regionales, a los cuales apoyan en muchas formas que favorecen el desarrollo social, tarea que incumplen los gobernantes y la iniciativa privada; los segundos operan por su cuenta, ajenos y distantes a las comunidades en que realizan sus actividades delictivas, con daños muchas veces graves que laceran el tejido social e impactan negativamente los niveles de inseguridad.

No se debe tratar de modo igual a unos y otros, sino conforme a lo que representan y significan para las poblaciones. Los cárteles con firme arraigo, como el de Sinaloa, llevan décadas ejerciendo sus funciones de trasiego ilegal, en un entramado de relaciones con gobiernos y comunidades que se conducía sin violencia, sin malquistarse con la sociedad y conforme a reglas y acuerdos que se respetaban entre las partes involucradas. Este sistema fue roto al llegar los tecnócratas al poder, porque quisieron imponer condiciones inaceptables a los capos históricos.

Lo anterior debe tomarse muy en cuenta en lo sucesivo, porque seguir por una ruta de improvisaciones y desaciertos no sólo afectaría la credibilidad del régimen de la «Cuarta Transformación», sino que daría armas a los conservadores para redoblar sus tácticas conspirativas. Es muy grave que la Guardia Nacional se desgaste en acciones como la ocurrida en la capital sinaloense. Menos incluso cuando han estado ocurriendo lamentables sucesos de violencia de la delincuencia organizada, aún sin aclarar.

Lo anterior no significa que se deba parar la lucha contra el narcotráfico, sino llevarla a cabo con inteligencia y sentido común. En los años del régimen de la Revolución Mexicana  jamás hubo violencia desatada por la detención de un capo. Previamente había acuerdos, algunos de los cuales los propios jefes  de los cárteles promovían con los gobiernos. Así lo registran evidencias históricas. Ambas partes sabían que esa era la mejor forma de que nadie saliera perjudicado, mucho menos la ciudadanía.

Actualmente no hay condiciones para establecer de nuevo reglas que serían impracticables, pero también lo es que resulta un imperativo crear las bases que hagan factible la negociación que evite enfrentamientos absurdos, costosos y que no benefician al Estado en su conjunto. Precisamente, tal fue el objetivo de la guerra de Felipe Calderón contra los cárteles del narcotráfico: crear focos de tensión que justificaran la puesta en marcha de proyectos imperiales como la Iniciativa Mérida.

Lo que hizo Calderón, como bien lo señala el presidente López Obrador, fue “espantar el avispero” y provocar la profusión de células del crimen organizado a lo largo y ancho del país. Hoy estamos pagando las consecuencias, que serán más graves en la medida que no se entienda que la Guardia Nacional se creó para defender al Estado de las fuerzas que pretenden frenar la implantación de la democracia participativa y apuntalar el Estado de derecho, no hacer tareas policiales.

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