Por: Guillermo Fabela Quiñones

La visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a Durango deberá traducirse pronto en beneficios para los duranguenses, por los compromisos que asumió públicamente. Su trato al gobernador José Rosas Aispuro Torres demostró que no hay lastres que se opongan a un buen entendimiento entre ambos. Este paso allanará el camino para que se pongan en marcha proyectos prioritarios que a su vez serán la piedra de toque para el despegue del estado y deje de ser “el Chiapas del Norte”.

Ahora corresponde al pueblo de Durango demostrar que sabrá aprovechar la oportunidad para sentar las bases de una relación cada vez más provechosa con un gobierno que asumió, con pleno sentido de responsabilidad, el compromiso de construir una nueva sociedad libre de un flagelo que no sólo ha dividido a los mexicanos, sino que ha sido el principal obstáculo para lograr un progreso acorde con las enormes posibilidades que ofrece nuestro territorio: la corrupción.

Los programas sociales que puso en marcha al inicio del gobierno se están implementando en Durango positivamente, pero lo que habrá de traer un progreso más dinámico serán las inversiones productivas que se generarán con las obras públicas autorizadas, como el acueducto para limpiar las aguas de arsénico en La Laguna. Puntualizó el presidente López Obrador que también se realizarán otras que sean demandadas por el pueblo y justifiquen su construcción.

El programa nacional “Sembrando Vida” se pondrá en marcha en Durango, medida que traerá beneficios a regiones marginadas y creará empleos que elevarán el nivel de vida de la población. Ahora lo importante es que se consoliden los mecanismos institucionales para llevarlo a cabo con resultados inmediatos. Es previsible que se tengan efectos multiplicadores que favorezcan relaciones sociales y económicas más fructíferas, lo que a su vez podría favorecer la unidad que es necesario fortalecer entre la capital, Durango, y la región lagunera del estado.

Es de suma trascendencia que esto se logre, a fin de aprovechar la favorable coyuntura que ofrece la magnífica relación entre el presidente López Obrador y el gobernador Aispuro, a quien calificó el Ejecutivo de ser uno de los mejores gobernadores del país por su capacidad como promotor. Es válido señalar que nunca antes se había dado esta empatía tan natural, a pesar de que ambos mandatarios, en el pasado, eran del mismo partido. Ni que decir tiene que hay mucho por hacer en Durango, lo sabe el Presidente por sus constantes recorridos por los treinta y nueve municipios de la entidad, cosa que ningún otro jefe del Ejecutivo ha llevado a cabo.

Lo que hace falta es que los propios duranguenses nos pongamos de acuerdo a fin de demostrar a la Federación que ya estamos listos para sumarnos a la marcha del país hacia su nuevo destino: la Cuarta Transformación. En este proceso no debe haber atisbos de divisiones sectarias, ni mezquindades de ningún tipo. El comportamiento del Presidente es muy claro: todos los sectores sociales y las organizaciones económicas son atendidos, independientemente de partidos y colores.

Es ahora o nunca sacar a Durango de su postración económica, social y cultural. La meta debe ser lograr que no haya ciudadanos que tengan que emigrar por falta de oportunidades en el estado. La civilidad política es el primer paso para caminar hacia un mejor destino.

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