Por: Armando Ochoa Serrano

Por muchas razones el clima electoral se encuentra desalentado, pero aun así es muy importante que los ciudadanos tomemos la mejor de las decisiones posibles acerca de quién debe dirigir los destinos del municipio.

Así que me permito describir algunas de las características que debe de tener un alcalde en las actuales circunstancias.

Primera. – Ser una persona decente. Una persona que no se le conozcan malos manejos en el uso de los recursos públicos, que sea honesta y transparente. Que no vaya a ser un gobernante concentrado en la ambición por el dinero, para que se concentre en realizar un buen trabajo. Que no haya estado en malos pasos o tener pésimos amigos.

Segunda. – Que sea una persona que sea confiable, que el poder no lo pierda y traté bien a sus semejantes. Que sea una persona que cumpla su palabra y sus compromisos. Que sepa escuchar. Que sea un líder colaborativo con buenos equipos de trabajo y que atienda las necesidades de las comunidades.

Tercera. – Que demuestre capacidad. Que tenga buenas propuestas de trabajo para atender los principales anhelos de la gente. Que tanto está cercano con la gente. Que tanto es capaz de promover el trabajo colaborativo y escucha a los profesionistas expertos en distintas materias, para constituir un buen gabinete municipal.

Buenas propuestas de Gobierno nacen de conocer bien los problemas y de la capacidad de encontrar soluciones posibles.

Y ya en el poder se va a requerir capacidad de gestión de recursos y su buen uso.

Conclusión: Durango no se puede permitir alcaldes dedicados a robar o a realizar acciones inconfesables para acceder o conservar el poder. Sino personas buenas, en quien confiar y que sepan hacer lo mejor posible su trabajo. Porque además de honestidad, los ciudadanos quieren buenos resultados.

Un Gobierno municipal que preste buenos servicios públicos, que realice las obras públicas que se requieran, sin robar y que sea capaz de gestionar la solución de los principales problemas que existen. Más allá de los intereses personales y del lugar que ocupamos en la sociedad, tenemos que ser inteligentes, y con el poder que nos otorga la ley, votar por los mejores gobernantes posibles. Por eso debemos sufragar con la mayor convicción y conciencia social posibles.

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