CALEIDOSCOPIO… Frida Kahlo
Por: Socorro Soto
Las galerías y museos de mayor prestigio en el mundo exhiben hoy los auto retratos de Frida Kahlo con gran éxito. Desde la Casa Azul de Coyoacán, hoy museo, la vida y obra de esta singular mujer atrapa y seduce conforme pasan los años. Una “fridomanía” recorre las calles del mundo y las jóvenes lucen su rostro en camisetas, bolsas, pañoletas, libretas y faldas.
Pintores, críticos de arte e investigadores seducidos ante esta extraordinaria artista han escrito tesis, artículos de revistas, de periódicos y libros. Su enigmático rostro moreno, cejijunto, enmarcado en su cabellera de la que cuelgan listones, flores y espinas, además de collares de doncella azteca, tolteca y maya se reproduce por pintores actuales como un homenaje -el mejor- a esta pintora nacida en 1907, hace más de un siglo.
Marcada por un accidente a los 18 años, donde el trolebús en el que viajaba fue embestido por un autobús y del cual resultó gravemente herida: columna, pie y pelvis rotas; vivió a partir de entonces un terrible viacrucis entre operaciones, tratamientos, reposo obligado, sedantes, corsés y un cansancio permanente.
Quebradiza, a pesar de eso decidió continuar con su oficio de pintora. Su madre, muda por el impacto del accidente, le acondicionó su cama con espejos y mesas cercanas para que pudiera pintar. Los dolores fueron “in crescendo”, le amputaron un pie, usó bastón, muletas, silla de ruedas y terminó en una cama y encierro dolorosos e involuntarios.
Nunca dejó de pintar, primero estudiante y después maestra de la Escuela Nacional de Pintura “La Esmeralda”, de gran prestigio; estudiante de la Escuela Nacional Preparatoria a dónde acudían los maestros y alumnos críticos e interesados en el acontecer político y social del país. Pintó con sus alumnos “Los Fridos” las pulquerías y lavaderos del barrio de Coyoacán.
Militó en el Partido Comunista Mexicano al lado de los famosos David Alfaro Siqueiros, Tina Modotti y el que sería su marido, Diego Rivera. Al lado de Rivera participaron en reuniones, marchas, desplegados y un activismo comprometido por las causas de la paz, la libertad, el arte; siempre liberal y en la avanzada.
Abundan en su obra los símbolos del dolor, la vida, la muerte, la fertilidad, flores, frutos, mascotas y una espléndida serie de auto retratos. De un colorido intenso, siempre con el rojo frenesí, rojo ensangrentado presente, entrelazada por listones, trenzas, collares, venas y espinas y enmarcada en los más bellos vestidos mexicanos que lucía con singular orgullo.
Su obra es cotizada en las galerías de mayor prestigio en el mundo: La columna rota, La venadita, Diego y yo, Las dos Fridas, Árbol de la esperanza mantenme firme, Abrazo de amor entre el universo, la tierra, Diego y yo, Raíces y una magistral e impactante serie de auto retratos, reflejan la importancia vital de esta pintora.
Twitter: @cocosotoalanis