CALEIDOSCOPIO… Por mi madre, bohemios
Por: Socorro Soto Alanís
Pocos símbolos son tan importantes para los mexicanos como la madre, la costumbre registra que el 10 de mayo se venere a las mamás con singular entusiasmo. El mitote, la fiesta es otra especialidad mexicana, ese día los festejos empiezan con serenata, desayuno, misa, flores, comida, pastel, música y cena. Este 10 de mayo será más que singular por el micro organismo que se ha dado a la tarea de poner al mundo de cabeza. En México navegamos en los días más críticos para domar un poco al virus. Madre santa.
Celebremos al ser que nos dio vida, nos cargó en su regazo y lo hizo el hotel más confortable del mundo por nueve meses. Carlos Monsiváis, uno de los más lúcidos intelectuales hizo famosa la frase, con su columna: Por mi madre, bohemios, a su vez lo tomó del poema de Manuel Bernal.
Mi madre, bohemios, tiene 86 años; Eustolia Alanís Quiroz, nació en La Noria de San Pantaleón, Zacatecas, el año de gracia de 1933. Sus padres fueron Eladio Alanís Monroy, de Ocampo, Michoacán; y Julia Quiroz Terrones de La Ochoa, Poanas, Durango. Años después se vinieron a Durango, el abuelo siempre en busca de trabajo. Aquí vivieron por la de Gabino casi esquina con Arroyo, hoy bulevar Dolores del Río y mi abuela nos contaba que una noche escucharon a La Llorona y que vieron pasar su sombra acompañada de aquel lamento. ¡Madre santa!
A mi abuela paterna, María Contreras Gallegos, no la conocí, nació en San Lucas de Ocampo, Dgo, murió a los 50 años. Mi abuelo, Lucío Soto Pineda, fundó el pueblo de Vencedores en San Dimas, de la nada. Ellos son padres de mi padre Raúl Soto Contreras de Canatlán de las manzanas.
Desciendo de un fuerte matriarcado: Abuelas, tías, una hermana, primas, amigas, vecinas, las matriarcas de la de Arroyo. Ya métanse niños. Y nosotros en la calle hasta el anochecer, qué nos íbamos a meter, ni que nada, con la banqueta de la escuela 11 Lorenzo Rojas como patio, la calle de Arroyo como pista; el arroyo, el parque Guadiana y el Cerro de los Remedios por horizonte.
La vida me ha hecho miles de regalos, las mujeres con quien he compartido mis jornadas son una joya, las adoro: Las escritoras, las bailaoras, las cantaoras, las activistas, las feministas, con las que he tomado las calles, las funcionarias, las del tianguis, las intelectuales, las talentosas, las de la vela perpetua, las liberales, las creídas, a las que todo les vale madre, las ricas, las working class, las conchudas, las cómplices; de todas he aprendido.
Capítulo aparte y el mejor, son mis hijos: Gustavo, Itzel y Alejandra. Y la única bendición que me faltaba, ser abuela de Mariel y Lucía. Gelabrazos a todas las mamacitas.
@cocosotoalanis
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