Por: Gilberto Jiménez Carrillo

Un liderazgo se define cuando se enfrentan situaciones complejas para precisar si se alcanzan o no los objetivos de un país. A diferencia de los últimos ocho expresidentes, Andrés Manuel López Obrador esta preparado para encarar los reveses. Los años de resistencia en la oposición y su destacado desempeño como Jefe de gobierno de la ciudad de México, lo han vuelto más realista y prudente también.

A diferencia de los que no saben de estos menesteres, el Presidente de nuestro país tiene capacidad de resiliencia, de crecerse ante la adversidad, de no tener miedo al fracaso y de saber levantarse si este llega. Aunque siempre será mejor si no llega. El Presidente no cae en provocaciones. Su liderazgo se caracteriza por no generar crisis ni confrontaciones ante cualquier situación desagradable y prefiere resolver los conflictos antes de engancharse en ellos. Para minimizar ese riesgo una buena planificación se convierte en el mejor aliado de todo primer ejecutivo.

Proyectar los distintos escenarios posibles y definir los pasos a seguir en cada uno de ellos son, para López Obrador, el mejor antídoto contra los eventuales contratiempos. Ha demostrado que es adaptable, lo que quiere decir que deberá ir evolucionando conforme las actividades gubernamentales lo demanden. En este tipo de liderazgo hace posible que López Obrador conecte con la gente, generando ambientes más abiertos y transparentes basados en la confianza, donde se buscan las opiniones de todos y la principal preocupación es el bienestar de los demás.

López Obrador ha logrado que su visión política sea compartida por amplios sectores sociales. Con su discurso logra comunicar ideas, transmitir sus objetivos y justificar sus decisiones. El Ejecutivo federal es un personaje confiable para la sociedad, pues siempre ha mantenido el discurso de generar un cambio radical en el país y transformar la sociedad, pero con ayuda de los mismos ciudadanos. Atreverse al cambio y encontrar en este un sentido humano son las claves para desarrollar un buen liderazgo. Los verdaderos enemigos de México son la resignación y la indiferencia.

Los detractores critican la gestión del Presidente por ir demasiado lento y otros por ir demasiado rápido… no se les da gusto. El crecimiento lleva tiempo y no hay atajos ni soluciones mágicas. Lo peor ya pasó y ahora vienen los años en los cuales el país va a crecer. Ninguna transición es fácil e incluso personas que están a favor de las modificaciones pueden terminar sufriendo sus consecuencias. Sin embargo, desde que el presidente López Obrador asumió el cargo, su popularidad y aceptación se han mantenido estables. La forma de tomar decisiones que lo caracteriza es una consecuencia lógica de ser un líder político que llegó al poder sin necesidad de hacer grandes concesiones ante nadie.

El éxito de su presidencia se decidirá en el corto plazo, sus reformas requieren de mayor tiempo para empezar a tener efecto. Todavía es muy temprano para hacer un balance profundo de su administración. Lo que sí se puede decir es que un año le alcanzó a López Obrador para mostrar su vocación transformadora. Con la llegada de Andrés Manuel López Obrador, a la presidencia de la República, la esperanza ha vuelto a México, pues los mexicanos esperamos grandes cosas de él. Este 2020 será un buen año para nuestro país, ya que nuestro Presidente tiene la mirada bien puesta en el horizonte, y México entero es su horizonte.

Email:[email protected]