Por: Eduardo Ortega Solano

Fue durante el segundo trienio de Ernesto Zedillo, cuando por primera vez el Presidente de la República, perdió la mayoría legislativa, y sobre estas misma condiciones se vieron transitar los sexenios de Vicente Fox, Felipe Calderón, y Enrique Peña Nieto, aunque en el caso de este último, logró una “Alianza de Gobierno”, la cual fue integrada por el primer Mandatario junto con los partidos políticos PAN/PRI/PRD conocida esta, como: “Pacto por México” y por medio de ella, se realizaron tres de las llamadas reformas estructurales; reforma educativa, reforma laboral, y reforma en telecomunicaciones. Además, fuera del entorno del “Pacto por México” el PRI con el apoyo del PAN logro la Reforma Energética y la Reforma Política – electoral, contando con el sustentáculo del partido del “Sol Azteca” para ejecutar la Reforma Hacendaria, así pues, Peña Nieto, sin contar con la mayoría legislativa, fue un presidente que logró realizar las reformas marcadas en su agenda.

En el 2018 durante la campaña presidencial, López Obrador, fue muy insistente en lo trascendental que era contar con la mayoría legislativa, para así poder realizar la Cuarta Transformación, (4T) de esta manera, de una forma poco ortodoxa dejo de pedir el voto para su candidatura, (tal vez dando por hecho su inminente triunfo) y comenzó a impulsar las candidaturas de los abanderados de Morena y sus aliados. Esta estrategia dio como resultado lo que conocimos como el “tsunami morenista” lo que ocasionó una mayoría en el Congreso, la cual se tornó más cómoda con la trásfuga de legisladores del PRD y del Verde, primordialmente.

Una de las banderas de la campaña de Andrés Manuel, fue la revocación de la “reforma educativa”, esto por considerarla punitiva, además de incongruente; de esto último afirmó: “No se puede hacer esta Reforma sin tomar en cuenta a los padres de familia y maestros”. Así pues 12 días después de su toma de posesión, el Presidente envío a la Cámara baja, la iniciativa para derogar la que fuera tal vez la reforma más importante del sexenio peñista. La Reforma Energética, con justa razón fue estigmatizada por la sombra de la corrupción, pues un actor preponderante para que esta llegara a buen puerto, ahora lo sabemos, fue Odebrecht. Es indudable que la “reforma energética” tendrá el mismo final que la “reforma educativa” o muy similar, el día de ayer con 304 votos a favor, 179 en contra se aprobaron las reformas a la Ley de la Industria Eléctrica, que sin duda cambiará sustancialmente el sentido de la Reforma Energética.

Para bien o mal, los cambios que ha realizado la 4T son tantos y tan profundos que son el equivalente a una nueva constitución, y esto de ninguna manera es un halago, es el resultado de la ausencia de contrapesos, pero no se nos olvide que esto es por mandato de las urnas. Según el sondeo publicado ayer por “El Universal” (periódico no proclive a AMLO) “Rumbo a San Lázaro, Morena aventaja a la alianza “Va por México”, sin embargo, la distancia es más corta, esto a pesar de las crecientes intenciones abstencionistas, las cuales representan un área de oportunidad para el partido que pueda motivar el voto ciudadano.

La oposición necesitará mucho más que prender veladoras o decir “Rescatemos el congreso” ¡primero, tendrían que precisar! ¿De quién y para qué? ya que la vida no impoluta de los partidos políticos les puede restar credibilidad. Por lo pronto deberán quedar fuera, candidatos de dudosa moralidad. Por lo pronto las precandidaturas de “Va por México” en nuestra entidad federativa: Gina Campuzano, Roció Rebollo y Javier Castrellón, tienen trabajo que los respalda, y buena fama pública… ahora esperemos sus propuestas y veamos si convencen.

Twitter: @eduardoortegas