Demagogia y populismo
Por: Juan Alberto Esquivel y Cebrián
En el artículo anterior decía que el conflicto provocado en los Estados Unidos por el gran ególatra llamado Donald Trump nos puede dejar algunos aprendizajes y otro de ellos es el señalamiento que se hace a Trump de ser un «populista demagogo» y, ¿qué significa esto?
(Las citas que presento las tomé de los artículos «demagogia» y «populismo» consultados para esta colaboración en la Wikipedia del Internet)
La demagogia es «una estrategia utilizada para conseguir el poder político (mediante la manipulación de los) prejuicios, emociones, miedos y esperanzas del público para ganar apoyo popular (…) Aplica la utilización intensiva de técnicas publicitarias(…), (a) la manipulación de los medios de comunicación de masas (y al uso) sistemático (de) polarizaciones absolutas: bien-mal, desarrollo-atraso, honestidad-corrupción o conceptos imprecisos: el bienestar, la seguridad, la justicia, la paz (…)
Los demagogos suelen contar con equipos de profesionales que aprovechan (…) situaciones histórico-políticas excepcionales, dirigiéndolas para fines propios, para ganar el apoyo de la población, mediante mecanismos publicitarios, dramáticos y psicológicos. El demagogo no necesariamente conduce a las masas a la revolución, sino que las (utiliza) para sus propios fines personales, para proceder, una vez obtenida una amplia aprobación, no ya a un proceso de democratización o de trasformación del sistema sociopolítico, sino a la instauración de un régimen autoritario, del que el demagogo sea el indiscutido y despótico jefe (…)».
Y por populismo, los estudiosos del tema lo entienden como «(…) una ideología que se basa en la diferenciación y la oposición dualista entre «el pueblo» (que es visto como una entidad soberana) y «la élite» (concebida como una expresión de desigualdad política no deseada)». En consecuencia, los políticos populistas «destacan aspectos como la (división social entre conservadores y liberales), el antielitismo (…), el predominio de los planteamientos emocionales sobre los racionales, la movilización social, etc., (con la finalidad de) ganar la simpatía de la población, particularmente si esta posee derecho a voto, aun a costa de tomar medidas contrarias al Estado democrático (…) (con el) objetivo primordial no (de) transformar profundamente las estructuras y relaciones sociales, económicas y políticas (…), sino preservar el poder y la hegemonía política a través de la popularidad entre las masas (…)»
Y ya vimos cómo, al ver frustrado su capricho de mantenerse en el poder, a Trump poco le preocupó provocar el caos y hasta la muerte de sus seguidores.
Esto es, le interesa más su posición de poder que el bienestar de quienes creen en él.
¿Conoces, paciente lector, a algún político nacional, sea en los niveles federal o local, con esta forma de actuación?