“Discurso por las flores” de Carlos Pellicer
Por: Gilberto Jiménez Carrillo
Hace unos días, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se dio tiempo para sembrar árboles tropicales en Palacio Nacional y dejarlos como herencia a las nuevas generaciones. Con la pala en la mano, el Mandatario mostró vía Twitter, algunos de los árboles que más le gustan. «Yo no voy a tardar mucho acá espero nada más que ya estén grandes antes de que yo le diga adiós a este mundo, si no quedan para las nuevas generaciones”, señaló.
Esta acción que para muchos pudiera significar superflua, refleja la personalidad de un ser humano con su mente y su cuerpo de una manera poco convencional. “Mi gusto por la historia –ha escrito el Presidente de México– me ayuda mucho en el trabajo como dirigente político.” Pero esta práctica es más que un gusto, revela el vivo interés que cultivó con maestros, historiadores y escritores de su natal Tabasco.
Carlos Pellicer nació en San Juan Bautista, la capital que hoy se conoce como Villahermosa, del estado de Tabasco. En 1976, fue elegido como Senador de Tabasco con el PRI. “Nunca ejercí la política como profesión, y por eso quedé muy sorprendido cuando el nuevo Gobierno me hizo el honor de ofrecerme la candidatura para senador por Tabasco. Acepté porque pienso que estaré en mejor posición para luchar por la causa de los campesinos”, declaró al periodista Elías Chávez.
Fue en esa travesía política cuando el poeta se encontró con López Obrador, que en ese entonces cursaba la licenciatura en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Para el Licenciado López Obrador, haber acompañado en su campaña a senador y gran poeta tabasqueño, significó una relación espléndida que mucho tuvo mucho que ver con su formación profesional y política.
Con pala en mano, el Mandatario federal plantó un guayacán, que tarda en florecer hasta 15 años; un flamboyán; un maculí, y una ceiba, árboles que se dan principalmente en el trópico del país, pero lo interesante de esta acción fue que el Licenciado López Obrador lo hizo recordando al poeta Carlos Pellicer y su discurso por las flores. Es muy vasta la trayectoria del poeta tabasqueño, pero entre otras cosas Octavio Paz se refirió a él diciendo que fue un gran poeta que nos enseñó a ver el mundo con otros ojos, y al hacerlo modificó la poesía mexicana. El ser humano desconoce por completo las plantas, su belleza e importancia. Cuanto más se descubre, menos se conoce y más queda por encontrar. Las flores inspiran poesía con su belleza y con lo desconocido que puede mostrar una flor.
Cuando observamos lo que nos rodea atentamente, con calma, tranquilos y relajados, podemos semejarnos a un árbol por porque estaremos inmóviles, pero atentos. La belleza de una sonrisa, de una mujer, es fugaz, como la juventud. Los hombres no saben valorar esta belleza única, como la de las orquídeas. La belleza de una mujer es pasajera, pero cada día resurge fresca, nueva y única. Esta belleza nace en los lugares más inesperados y lejanos. El nopal, arbusto de flores grandes, cuando florece alimenta las aves. Su belleza, como la de la mujer, surge con la luz. Los anteriores versos los aprendí gracias a que el presidente sembró cuatro árboles en Palacio Nacional, otro jamás lo hubiera hecho… esa es la gran diferencia.
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