Por: Emmanuel Salazar

Nuestra hermosa y gallarda ciudad cumple 457 años de su fundación y es motivo de una reflexión para agradecer por tanto que nos ha dado a los duranguenses nuestra capital pese a las difíciles condiciones que tiene desde prácticamente el periodo revolucionario.

En charlas con nuestro cronista de la ciudad, Javier Guerrero, me ha quedado el dejo de que Durango vive una marginación que comenzó desde los tiempos de la revolución, que definitivamente no le ha hecho justicia y si en cambio le ha replegado a grado tal que Torreón ha logrado acaparar el crecimiento a partir del agua que los gobiernos pos-revolucionarios le facilitaron para intentar hacer triunfar la figura del ejido.

El agua de la sierra de Durango escurre para Sinaloa, Coahuila, Chihuahua y Nayarit, pero prácticamente queda si beneficio para la capital del estado, que no ha logrado crear amplias zonas de riego que permita asegurar cosechas como lo tienen del lado de Coahuila gracias al agua que se capta en la sierra duranguense.

Aun así, nuestra ciudad es bella, es simplemente una ciudad bastante bien trazada, basta bien limpia, y pareciera que empieza a recuperar esos bonitos jardines que en el trienio pasado se descuidaron ante una falsa idea de que el Gobierno municipal debería de estar separado del Estatal.

En esta ocasión, quisiera hablar más en primera persona y compartir desde la perspectiva personal porque Durango me encanta y enamora, pues aquí viven mis padres, ambas personas que han luchado por su familia, dando su lucha desde esta ciudad. Aquí vive prácticamente toda mi familia, y es un lugar con un clima muy agradable pese a que ha cambiado y ahora es más caluroso que cuando uno era niño.

Es una ciudad grande, pero a la vez es pequeña, lo que implica la ventaja de poderse desplazar y estar en prácticamente cualquier lugar en 20 minutos, y aunque la polución hace ya presencia desde hace unos 20 años, no tiene nada que ver con la contaminación que se vive en ciudades capitales vecinas.

Hubo un tiempo que viví fuera de Durango, y cuando regrese decidí disfrutar mis caminatas por el centro de la ciudad cuyos edificios invitan a caminar despacio para disfrutar los recovecos.

Aquí he visto crecer a mis hijos, y espero verlos formar familias, pues seguramente habremos de superar este difícil momento de la pandemia y retomaremos nuestras calles como siempre. ¡Felicidades Durango!

Comentarios: @jemmanuelsr