Por: Edgar Burciaga

El amiguismo, compadrazo y nepotismo se ha convertido en una cultura que afecta a la sociedad y la economía, debido a que se emprenden negocios al amparo del poder desde una burbuja política y un círculo de aduladores profesionales y vividores, para quienes “todo va bien”, lo que puede considerarse como un verdadero “Coronavirus social”.

En el ámbito financiero, es momento de reordenar las cuentas, se han tomado recursos de los programas federales para otros fines, lo que ha puesto los ojos de los órganos como la Auditoría Superior de la Federación en Durango.

Llama la atención en el caso de los vacacionistas duranguenses que se encuentran en Mazatlán, con el riesgo de contagiarse de la nueva cepa de COVID-19 que ya afecta al estado de Sinaloa, y que pueden en las próximas semanas generar una situación de riesgo en los hospitales de nuestra capital, aunque no se haya cambiado el semáforo de verde a naranja, lo que de darse, afectaría seriamente la economía local.

Por su parte, el Secretariado Ejecutivo del Consejo Estatal de Seguridad Pública debe poner atención, y sigue en el ojo del huracán por parte del Gobierno federal, ya que los recursos que envían desde la ciudad de México llegan puntualmente para los diversos programas, aunque tampoco les quieran pagar a los policías su prima vacacional a la que tienen derecho.

En el Congreso que no modificará el periodo de la gubernatura a seis años, fueron designados como Magistrados Numerarios Miriam Guadalupe Lanzarín Roldán, Valeria Lazalde Medina, Eusebio Cepeda Solís y Ángel Gerardo Bonilla Saucedo, quienes fueron impulsados a este cargo por sus padrinos, David Lanzarín, uno de los constructores privilegiados del sexenio, Rodolfo Dorador, exlegislador panista, Ismael Hernández Deras y Esteban Villegas Villarreal, por lo que esperemos ver su desempeño como administradores de justicia.

A nivel municipal, se invirtieron 70 millones de pesos en maquinaria, después que en la administración de Gonzalo Yáñez se impulsó no sólo la municipalización de diez fraccionamientos, sino que también se instaló una planta asfaltadora, lo que fue vendido en la administración municipal de Ismael Hernández Deras, por lo que ahora debe darse a conocer la empresa beneficiada y el impacto a las asociaciones de empresarios y colegios de profesionistas relacionados con la construcción.

Así, Durango es un polvorín, con una clase política voraz que junto con un ejército de personas sólo están pensando en el dinero, y obtenerlo sin esfuerzo desde la administración pública. Ojalá haya un verdadero cambio.

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