Por: Gilberto Jiménez Carrillo

El 8 de julio del año pasado, recibí de Gustavo Eduardo Porras Cortes, presidente de la Asamblea Nacional de Nicaragua, la invitación para asistir a la ciudad de Managua y ser parte de la celebración del 40 aniversario del triunfo de la Revolución Popular Sandinista. Era mi gran oportunidad para conocer al mítico comandante cero, el Líder sandinista que a los 42 años derrocó el Gobierno de Anastasio Somoza.

El 22 de agosto de 1978, Edén Pastora, un exestudiante de medicina de la Universidad de Guadalajara, dirigió a unos 25 guerrilleros sandinistas en una incursión al Palacio Nacional en Managua. Los invasores mataron y desarmaron a los guardias del palacio y capturaron más de mil rehenes, incluido todo el Congreso nicaragüense y altos funcionarios de la dictadura de Somoza. Mi enlace fue y sigue siendo mi amiga la Doctora Margarita Zapata, nieta directa del nacido en Anenecuilco.

Lamentablemente la invitación llegó tres días antes de la celebración y ante la premura, me fue imposible asistir. La Doctora Zapata le platicó a Pastora de su estancia en Durango, de su visita al museo Francisco Villa y de la literatura que le obsequié sobre Pancho Villa. También le comentó que, para el 41 aniversario del triunfo de la revolución, esta vez sí estaría en Nicaragua el Director del museo, para personalmente hacerle la invitación a que visitara Durango.

Transcurrió un año y para este próximo 19 de julio, estaba lista la visita al país centroamericano y al término de la conmemoración, nos vendríamos juntos a México y posteriormente a Durango la Doctora Zapata, el «Comandante Cero» y el que esto escribe.

Le entusiasmaba la idea de conocer el pueblo y la casa donde nació el mexicano históricamente más famoso que existe en el mundo, se emocionaba con saber que iba a recorrer los caminos y veredas que caminó en Durango Pancho Villa en su época de bandido.

Ya no fue posible, con una brillante y excepcional hoja de vida, Edén Pastora Gómez hizo el tránsito a otro plano de vida y yo, me quedé con las ganas de saludarlo, darle un abrazo y escucharlo. La historia de América Central, abarca episodios tan terribles como el inducido por la viuda del nicaragüense Pánfilo Pastora, que persiguió a los asesinos de su esposo durante diez años, sin piedad ni descanso, hasta el día en que los sicarios, pagados para hacer justicia, le entregaron la última cabeza.

Elsi Gómez, no volvió a ir a misa, ni a comulgar, ni a confesarse, pero murió apaciblemente, convencida de que Dios había entendido su venganza. “Mi mamá era arrecha, cosa seria. De esa leche mamé yo”, se enorgullecía Edén Pastora, que cuando mataron a su padre tenía ocho años.

El llamado «Comandante Cero» heredó el bravío temperamento materno, se sublevó a tiros contra Somoza para hacer posible una revolución libre y democrática en Nicaragua. Hasta el último aliento, el legendario nicaragüense fue fiel y leal a sus ideales, convicciones, a sus juramentos y a su pueblo. Sus sueños son y seguirán siendo los de millones de seres humanos.

Murió a la edad de 83 años, pero su luz no se extinguirá jamás, pues pasó a otro plano vibrante, esperanzado de vida, a esos paraísos que Dios tiene reservados para el ser humano que entrega sus mejores esfuerzos y todo su corazón para amar y servir al prójimo.

Paz a Edén Pastora, luchador invencible que nunca olvidaremos. Desde Durango, tierra de Villa con respeto y admiración.

Email: [email protected]