Por: Cristhian Salazar

No crecieron los candidatos del Bicentenario. Los prospectos a gobernador Castrellón, Gina y Maturino, todos ganaron, pero ninguno se convirtió en un líder capaz de competir por la gubernatura; serán legisladores, pero gracias a la arrolladora alianza con el PRI y a la bonanza y buenos oficios del titular del Poder Ejecutivo estatal, sin embargo, si este hubiera postulado un monigote, también hubiera ganado de calle en los distritos 01 y 04.

Estamos a unos cuantos meses de que se definan las candidaturas para gobernador y el PAN no tiene candidatos fuertes, de ser alguno de los antes mencionados, o cualquier otro del blanquiazul, Morena se quedará con el Gobierno a través de Marina Vitela, Gonzalo Yáñez o Manuel Espino.

La pasada elección sirvió para destruir varios mitos, uno de ellos es la supuesta hegemonía del voto duro azul en la capital del estado. Los más recientes resultados electorales nos indican que hay un empate técnico en la votación entre los tres principales partidos (PAN 44 mil 805; PRI 39 mil 657 y Morena 43 mil 658), por ello la imperiosa necesidad de mantener la alianza en 2022 y así tratar de parar la tendencia creciente de Morena en todo el estado.

Otro mito que se derrumba, es que el PRI está muerto en Durango. Este partido no solo está vivo, tendrá la representación más grande en el Congreso local y con ello, al menos un año la caja chica (ni tan chica) de la Jucopo, y de concretarse una coalición parlamentaria con el PAN, serán dos años dueños de esa importante posición.

Pero lo más destacable, es que el PRI cuenta con el aspirante mejor posicionado para la gubernatura, Esteban Villegas Villarreal, lo que coloca al tricolor en una inmejorable posición de negociación.

Luego de la elección de 2016, Esteban no dejó de estar presente entre el círculo rojo, manteniendo buenas relaciones con la clase política en Durango y en el centro del país. Pero también siguió activo en medios de comunicación y en la base, apoyando a grupos de la sociedad civil y generando estructuras propias.

Serán varios los factores que incidirán en la selección del candidato a gobernador de la alianza Va por Durango, pero sin duda, el factor de mayor peso será la voluntad del actual mandatario estatal. “El gobernador es el gobernador”, dicen los que saben. En ese sentido, Aispuro deberá ponderar si se la juega con uno de su partido (PAN), con el evidente riesgo de entregar la plaza a la izquierda, o si llega a un buen acuerdo con el también partido suyo (PRI), con un candidato mucho más competitivo (Esteban).

La de 2022 será una elección muy caliente y participativa. Cuando eso sucede y acude a votar más del 50 por ciento del electorado, las estructuras partidarias no sirven de nada y la voluntad popular se hace presente. Un ejemplo nítido es la elección de 2016, en la que el PRI fue por primera vez derrotando, ya que una gran parte de la ciudadanía emitió un voto de castigo contra la clase política dominante en ese entonces. Esta historia puede repetirse si Morena logra capitalizar el poco o mucho desgaste natural que pueda tener actual Gobierno, con todo y alianza “PRIANRD”, a esto súmele que en el PAN la caballada está muy escuálida.

En tales condiciones, la lógica nos dice que el PRI debe llevar mano en la candidatura a gobernador, cediéndole a un panista la presidencia municipal de la capital, posiblemente para Toño Ochoa, Paty Jiménez o una eventual reelección de Salum. Considero que éste sería el mejor escenario para la Alianza va por Durango, pero hay que esperar, recordemos que, en política, la distancia más corta entre dos puntos, no siempre es la línea recta.

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