El egocéntrico
Por: Juan Alberto Esquivel y Cebrián
El egocentrismo es, quizá, el rasgo más nefasto del ser humano, cuando éste es adulto pues, en sus elementos básicos, es característico del infante en su etapa de lactancia y en sus primeros años.
Pero, ¿Cómo se manifiesta? En el pensar y actuar como si uno fuera el eje del universo y, por tanto, nada puede funcionar si uno no interviene y dirige todo el proceso y nada de lo hecho anteriormente es válido pues está lleno de errores y deficiencias que se subsanan hasta que uno interviene y corrige todo.
Por supuesto, el egocéntrico no se equivoca y si algo de lo que hace o dice está errado, simplemente no lo acepta y achaca tal error a las malas artes de sus «adversarios» quienes son todos aquellos individuos a los cuales no puede controlar o, peor aún, los que se atreven a criticarlo o superarlo y, consecuentemente, en la primera oportunidad, los hace objeto de una venganza despiadada.
El egocéntrico actúa bajo una estrategia basada en el conocimiento más o menos preciso de las aspiraciones, molestias y frustraciones de quienes pretende controlar y simula empatizar con ello para tener un gran espacio de manipulación mediante promesas -difícilmente cumplidas-, dádivas -ajenas a su bolsillo, por supuesto-, amagos y amenazas, usando el poder de que disfruta.
Naturalmente, cuando el egocéntrico tiene que ejecutar acciones que, calcula, pueden afectar su imagen pública, procura que sean sus controlados quienes carguen con la responsabilidad del hecho, mientras él hace gala de su «inocencia» o «buena fe».
También, genera división entre quienes tiene bajo su control y, más aún, entre éstos y sus «adversarios» y así los distrae de la manipulación de que son objeto, provocando un gran caos y deterioro en el medio donde opera.
Es importante diferenciar entre el ególatra , que se considera el más importante en su entorno y es común en el medio artístico y el egocéntrico, que se orienta más hacia los negocios y la política y cuyo interés capital es sentir veneración hacia su personalidad pues, según los especialistas del tema, en realidad es alguien con una autoestima frágil y vulnerable.
Si conoces a alguien así, amable lector, cuídate, ya que una vez en sus redes, tú mismo te sentirás obligado a venerarlo y, por tanto, a aceptar ser tan sólo una pieza de su maquinaria manipuladora.