Por: Saúl Díaz Rutiaga

En días pasados, el Presidente de la República presentó la llamada “Guía Ética para la Transformación de México”, que es un documento de naturaleza voluntaria y no obligatoria y tiene como objetivo fortalecer los valores morales, culturales y espirituales; la idea de elaborar esta guía que consta de 20 principios y valores, derivó de la necesidad del Presidente de enfrentar y en su caso, terminar con lo que él califica como la “degradación de la vida pública” para lo cual, consideró necesario promocionar esta cartilla de valores y comportamiento social con apego a normas éticas, procurando, mediante su promoción y observancia, vivir en armonía en todos los espacios de la vida en sociedad.

En lo particular, estoy convencido que la labor del Gobierno del Estado mexicano no debe limitarse a enfatizar sobre la necesidad de recuperar los valores morales y culturales, según él perdidos en la etapa neoliberal, tales como la dignidad, la libertad, la vida, la igualdad, la justicia, el trabajo, y el respeto a las diferencias; que por cierto, fueron parte de la base de creación los derechos humanos que tenemos, y que el Estado mexicano ha incluido en la Constitución, obligando a los gobiernos y autoridades a promover, respetar, proteger y garantizar a todas las personas que se encuentren dentro del territorio nacional.

No obstante lo anterior, su vigencia plena todavía no ha sido una completa realidad, en gran medida, debido a que muchas autoridades no tienen clara su obligación de actuar con apego a los principios constitucionales, como ejemplo, algunas de ellas juran cumplir y hacer cumplir la Constitución y en ocasiones no conocen su contenido, consecuentemente no tienen claro que su actuar debe ser siempre con apego irrestricto a ella, para lograr así, los fines del Estado, de que las personas contemos con una verdadera democracia social, bienestar general, así como el mejoramiento en las condiciones de vida de la población. Por otro lado, creo que si se busca construir una sociedad de respeto, tolerancia y unidad en torno a México, no se debe radicalizar el discurso polarizando a la ciudadanía así como imponer de criterios personales a la ética social.

Cabe mencionar, que la instrucción de que se impriman y distribuyan más de ocho millones de guías éticas entre adultos mayores, beneficiarios de programas sociales, pudiera ser considerada por muchos, como estrategia para lograr buenos niveles de popularidad y estrategia de posicionamiento y no necesariamente como proyecto para reflexionar sobre la ética y los valores en nuestra sociedad.

Es innegable la urgencia del Estado de implementar medidas y políticas públicas tendientes a generar mejoras en nuestra sociedad y calidad de vida así como hacer frente a los grandes problemas que tenemos, como combatir la corrupción y la impunidad y desde luego fortalecer la observancia de la legalidad, pero insisto, no solo se trata de fomentar la ética y los valores, es también necesario y además prioritario, que el Gobierno robustezca a las instituciones públicas de México; todas y todos debemos tener muy claro que la evolución y desarrollo de un país precisa del respeto a la Constitución y a las leyes, para que de su correcta observancia y vigencia, dependa hacer realidad los deseos de bienestar, desarrollo y armonía que tanto anhelamos como pueblo mexicano.