Por: Gilberto Jiménez Carrillo

En 2014, un equipo de investigación multidisciplinario, en colaboración con el Instituto Nacional Electoral (INE), presentó el informe País sobre la Calidad de la Ciudadanía en México. En dicho documento se hizo un diagnóstico sobre las condiciones, prácticas y ejercicios de la ciudadanía en el país. Se encontró que el porcentaje de mexicanos que dijeron involucrarse en algún tipo de participación política diferente del voto (participación no electoral) es muy pequeño. Asimismo se encontró que los niveles de confianza en los políticos y sobre todo en los gobiernos, son también preocupantemente bajos.

Esta investigación buscaba encontrar algunas de las razones por las que los mexicanos participan tan poco en actividades distintas del voto a partir de las cifras tan bajas de participación política no electoral y de alta desconfianza institucional. Hace unos días los vecinos de la calle Laureano Roncal se inconformaron con la instalación de una ciclo vía frente a sus domicilios y negocios. Fueron varios sus argumentos, pero justificados o no, lo interesante de este acontecimiento fue que al final prevaleció el entendimiento, pues el Presidente Municipal escuchó a los inconformes, les hizo ver los beneficios del proyecto y después de un sano y respetuoso intercambio de puntos de vista, el Alcalde decidió suspender temporalmente el funcionamiento de la obra.

Los que se dedican a criticar sin ton ni son de inmediato calificaron a nuestro Presidente municipal de timorato, de haberse dejado, de no saberse imponer y algunos otros comentarios tendenciosos. La desconfianza es un elemento que permea muchas de las actitudes de los mexicanos. En todos los niveles socioeconómicos existe desconfianza generalizada hacia el Gobierno y muchas de sus instituciones. Sin embargo, cuando se entra en contacto con un funcionario que cumple con su trabajo o se muestra dispuesto a hacerlo, entonces la confianza aumenta. Así lo entiende Jorge Salum, pues finalmente él también es ciudadano.

En el sentido más amplio de la palabra, el ciudadano activo es el que participa, pero esta participación no se reduce sólo a la dimensión política convencional. También incluye actividades culturales y relacionadas con el medio ambiente. Las acciones de los ciudadanos deben apoyar a la comunidad, estar basadas en valores públicos sin contravenir derechos humanos ni el estado de derecho. La participación en organizaciones que promueven la intolerancia y la violencia no se incluyen en la definición de ciudadanía activa.

Jorge Salum encabeza un Gobierno que escucha y atiende las necesidades y peticiones de la gente. Diariamente recibe las solicitudes de los ciudadanos dando respuesta en poco tiempo y además regularmente de manera eficiente. No por nada en la encuesta realizada recientemente por consulta Mitofski sobre los presidentes municipales mejor evaluados del país, el alcalde de Durango aparece en el número dieciséis. Este estilo de gobernar genera confianza y en consecuencia beneficios para los duranguenses. ¿Qué tiene de malo que el Presidente municipal mantenga una buena comunicación con cada uno de sus gobernados?, ¿Qué tiene de malo que los ciudadanos nos convirtamos en sus ojos y en sus oídos para juntos y en armonía conocer y resolver las necesidades del entorno en el que vivimos?. No tiene absolutamente nada de malo, por el contrario, bienvenidas las acciones de Jorge Salum, un alcalde sensible que sabe escuchar.

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