Por: Gilberto Jiménez Carrillo

Hace unos días, la diputada local de Nuevo León, Karina Barrón Perales (PRI), anunció su reciente renuncia a Movimiento Ciudadano para sumarse al PRI como legisladora y militante. Lo anterior no es de extrañarse, pues cambiar de partido político de la noche a la mañana es el pan nuestro de todos los días, pero hacerlo cuatro veces en cinco años si es para registrarlo en el libro de los records. La camaleónica doña Karina llegó al Congreso con el PAN en 2015, en cuanto tuvo su constancia, se declaró independiente, en enero de 2018 se sumó a Movimiento Ciudadano para reelegirse por la vía plurinominal y ahora chaqueteó por cuarta vez emprendiendo el camino como priista, y en el colmo de la desfachatez, la camaleónica aseguró que cambió de camisa porque el PRI es un partido que siempre ha estado presente en los grandes momentos de México por su esencia revolucionaria.

Habrase visto, ahora resulta que se sabe al revés y al derecho la vida y obra de Jesús Reyes Heroles, así como antes admiraba la trayectoria de Dante Delgado y más antes era fiel admiradora y seguidora de “el bronco” y todavía más antes se declaraba devota de los postulados de Manuel Gómez Morin. ¡Qué tal! Hay varias formas de explicar lo que hizo la camaleónica diputada. Es una traidora, una mujer sin ideales, vendida, oportunista, entregada y así podríamos seguirle, pero la palabra exacta es chaquetera, o sea una persona que cambia de chaqueta y de bando de un momento a otro rebajándose ante el adversario con tal de obtener un beneficio personal. Nada nuevo, es una conducta frecuente entre los políticos mexicanos.

En lo nacional y en lo local estamos llenos de políticos chaqueteros. Cada sexenio, hay tres o cuatro. Cada legislatura, hay uno o dos. Cada que hay elecciones, hay dos o tres chaqueteros en todos los partidos. Políticos que ponen sus intereses personales, por encima de los ideales. Políticos que cambian de partido político, como si cambiaran de chaqueta. La motivación es generalmente el oportunismo. Rara vez el chapulín cambia de chaqueta porque haya sufrido una repentina conversión ideológica, aunque ese es el argumento que casi siempre aducen. Cuando hacen público el cambio de chaqueta, pretenden hacerlo de tal manera que la gente se los crea diciendo que tras años de militancia en un partido y pese a las críticas, han tomado la decisión de cambiar de aires para seguir defendiendo sus principios, pero desde otras siglas. Si como no. También les da por responsabilizar a su hasta entonces partido de haber traicionado los principios originales y se van al partido que (según ellos) realmente los encarnan. Muy sencillo de explicar, si no te gustan mis principios, tengo estos otros.

Algunos de estos personajes camaleónicos le hacen mal a la política pues no tienen identidad, ideología o rumbo definido, les alcanza para todo y para todos. Los políticos camaleónicos no parecen encontrar un nicho político que los cobije, deberían de ser atendidos por un especialista para que le devuelva la identidad política. Se vienen los procesos electorales en Durango, es casi seguro que, a más tardar a fin de año, algunos personajes de la política local vayan a Monterrey a tomar un curso intensivo de cómo cambiar de chaqueta, impartido desde luego por la especialista en la materia, la diputada camaleónica Karina Barrón. No hay que comer ansias, pronto sabremos quienes son.

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