Por: Quetzal Herrera

Vaya sorpresa que causó la lista presentada por la alianza «Juntos Haremos Historia» entre Morena y el Partido del Trabajo (PT), y es que hasta el momento no se sabe si en verdad buscan un equilibrio para ser competitivos en las urnas, o de plano generar desequilibrar a la Cuarta Transformación (4T), pues prácticamente la totalidad de sus abanderados han estado fuera de los reflectores políticos, lo que de entrada hace dudar el proceder de las encuestas cuando no hay registro de actividad que pudiera llevarlos a encabezar un distrito, por encima de quienes sí han hecho no solo presencia mediática, sino también en territorio, por lo que las designaciones pintan más a un proceso «dedocrático», como lo llamó Porfirio Muñoz Ledo, que un auténtico ejercicio de medición por parte del partido en el Gobierno, lo que sin duda podrá traer consecuencias el próximo 6 de junio, porque solo quienes han tomado las decisiones quizá sabrán la apuesta que hoy hacen en Durango, porque sí hablamos de que en el 2018 hubo perfiles poco conocidos, pero en ese momento el factor AMLO estaba presente, hoy no.

Me parece que Morena, con la aprobación que tiene el Presidente, y con el despliegue de programas sociales, aunado con lo que electoralmente el esquema de vacunación les dejará, está desaprovechando todo el potencial que esto podría generarles en las urnas con perfiles que de una u otro forma no podrían ser tan competitivos; por un lado porque son demasiado conocidos y por el otro porque no han estado vigentes como para haber ganado una encuesta; pues lo más fácil que este partido debió haber hecho, fue generar quienes pudieran competir «palmo a palmo» en territorio contra sus adversarios, además de que con la selección se propiciara el cierre de filas de sus militantes, y no la inconformidad por tales definiciones; es decir, las altas probabilidades de triunfo se verán debilitadas si no existen campañas con «altura de miras» porque cuentan con menos de dos semanas para que aquellos que ni siquiera esperaban la nominación, se pongan a diseñar sus estrategias.

Ahora, será también muy interesante saber hasta dónde se involucrarán los morenistas en apoyar a sus candidatos, porque me parece que, como efecto de estas nominaciones, habrá un desequilibrio de fuerzas de este partido para que los abanderados tengan el acompañamiento de su militancia, porque hay quienes aseguran, como el caso del lagunero Rafael Palacios, que de esta forma «será difícil» pedirle a los ciudadanos que voten por Morena, y califica como una «vulgaridad política» estas decisiones. En contraste lo más representativo que este instituto político pudo emprender, fue ubicar en el primer lugar de la lista plurinominal a la actual presidenta de la Junta de Coordinación Política, Sandra Amaya, quien ha trabajado justo para mantenerse en posiciones clave, y repetir en el Congreso la pondría como aspirante a la alcaldía capitalina en el 2022.

Es verdad que los ciudadanos piden perfiles nuevos, pero quizá esta definición se refiere a candidatos que no tengan un pasado demasiado conocido, pero sin caer en los extremos como lo ha hecho Morena, pues salvo Danielo Hernández y Aarón Silvestre, que han tenido una presencia social importante, los demás abanderados me parece que no tienen una que les permita tener un arranque de campaña con puntos a favor, es decir, el tiempo de campaña es demasiado corto como para buscar que la gente los ubique, de ahí que se torna todavía más importante que ya tengan un camino recorrido, porque partir de cero no genera expectativas altas de triunfo.

Seguramente todos los abanderados de esta alianza, incluyendo los ya conocidos, tendrán buenas intenciones para ayudar a Durango, la cuestión es que en política todo tiene su rol, y por ende sus consecuencias, tanto por estar cada proceso en las boletas, como el hecho de ser poco conocido, y en ambos casos se cobra la factura, principalmente en las urnas.

Twitter: @QuetzalH