Por: Quetzal Herrera

Quien definitivamente marcó la agenda política de la semana ha sido el Partido Revolucionario Institucional (PRI), justo en una de las fechas más representativas para el tricolor, en el 27 aniversario del fallecimiento del entonces candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio Murrieta, prominente político sonorense que ha sido para muchas generaciones no solo de militantes, sino de ciudadanos en general, un ícono ideológico que dejó marcado a un país con frases que a pesar del tiempo, pareciera que no hace mucho las dijo, el ver a un “pueblo con hambre y sed de justicia” no es nada más que una realidad que los mexicanos seguimos padeciendo sexenio a sexenio, indistintamente del color que despache en Palacio Nacional.

Pues pareciera que esta fecha tan significativa sería la esperada, por ejemplo, para que un militante de 37 años de batallas, desde su juventud, Gustavo Lugo Espinoza, tomara la determinación de renunciar al Revolucionario Institucional, bajo el argumento de que el ahora su expartido se muestra con limitaciones en lo político y social. Independientemente del destino que tenga el exdirigente tricolor, me parece que todas las renuncias terminarán generando un boquete electoral al PRI, porque de entrada se han ido acumulando en el presente proceso, pero, además, “El muerto” como se le conoce, forma parte de un grupo importante que encabezaba quien fuera gobernador del estado, Ángel Sergio Guerrero Mier, por lo que bien podría esperarse que algún otro integrante de este grupo, siga los pasos del también exdiputado local.

Sin restarle importancia por lo destacado de la militancia que representa Lugo Espinoza, me parece que la salida de Luis Enrique Benítez de la dirigencia estatal deja esa sensación agridulce de quien durante los últimos años trabajó dando la cara por un partido que no termina de repuntar en el estado, y que seguramente formará parte de la próxima Legislatura local, pues hasta este momento tiene asegurado su espacio en la segunda posición. Para Benítez no ha sido un trabajo sencillo, por lo que creo que lo más razonable para su causa es que en su salida se haya amarrado una diputación local, donde no tengo duda que hará un papel destacado como “tribuno”, y con la experiencia que ha adquirido en su trayectoria política, bastará para que su voz no se enmudezca en el Poder Legislativo, así ha sido siempre en los cargos que ha ocupado.

La primer responsabilidad que deberá asumir de forma inmediata el nuevo dirigente estatal, Rubén Escajeda Jiménez, será precisamente la de buscar la cohesión de los grupos que por distintas razones han salido de roce con Benítez Ojada, por lo que el oriundo de San Juan del Río, con el oficio político que le caracteriza deberá, en muy poco tiempo, tender los hilos de comunicación con su militancia, pues estamos a prácticamente nada del inicio de las campañas constitucionales, y más salidas me parece que serán más de impacto en lo social y mediático en contra del PRI. Pero desde luego la tarea es compartida con la dirigencia, los sectores y organizaciones a nivel nacional de este partido, porque él solo será verdaderamente una labor titánica; de todos ellos depende que el tricolor no solo mantenga a su gente, sino que también se hagan sentir en las urnas.

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