Por: Quetzal Herrera

Como resultado de la violencia que aún se vive en nuestro país, más marcado en los estados del sur, desde el mes de mayo se difundieron imágenes de menores de 10 años anunciando que pertenecen a los grupos de autodefensas en la comunidad de Rincón de Chautla, municipio de Chilapa, en Guerrero, quienes forman parte de la formación propia de esos grupos, con ejercicios militares; niños que han sido víctimas de diversas situaciones a su corta edad, y que las mismas circunstancias los han orillado a defender sus familias y patrimonios al lado de los propios ciudadanos organizados.

Es necesario que a nivel nacional se implementen esquemas para evitar que este tipo de fenómenos se lleguen a convertir en algo cotidiano en otros estados de la República, pues es obvio que estos pequeños no han tenido ni la protección suficiente en sus comunidades ante los ataques de grupos criminales, ni tampoco han contado con las herramientas básicas para su desarrollo educativo, brindándoles más y mejores oportunidades en centros escolares, así como la generación de empleos y mejores oportunidades económicas para sus padres, pues este hecho del que hablamos tiene varias vertientes que deben ser atendidas por los tres niveles de Gobierno.

Estos niños de Guerrero, en su mayoría, fueron sobrevivientes de un ataque a su comunidad el pasado mes de enero, y por ese motivo han decidido cuidar su territorio, a costa de su propia y corta vida; si de entrada la formación de los grupos de autodefensas deja entre ver la incapacidad que han tenido los gobiernos por brindar a los mexicanos seguridad, así como las garantías de sus bienes, pues con la incorporación de menores de edad  la situación aún es más grave y de responsabilidad para las administraciones, sin importar el color político, este fenómeno debe contar con el trabajo coordinado de las instancias correspondientes.

Sin duda como sociedad este tipo de lamentables fenómenos que se empiezan a visualizar, debe llamar nuestra atención para también exigir que se mejoren los servicios educativos, de salud, vivienda, derechos humanos y de seguridad en cada rincón de nuestro territorio nacional, pues este caso es una señal de alarma ante un hecho que puede evitarse; y sí, aquellas imágenes que hemos visto por años sobre todo en países del medio oriente donde niños forman parte de ejércitos o de la guerrilla, enfundados en armas de grueso calibre, es probable que aquí podamos estar frente a un escenario similar en algunos años si no aportamos cada quien lo que nos corresponde.

Ignorar estos hechos también puede ser un error en el que como sociedad podemos caer, ya que no podemos ser ajenos a las condiciones de inseguridad que se viven en la mayoría de los estados, y desde luego no es necesario que estos fenómenos se detecten en las zonas serranas, pues la inseguridad no es exclusiva de ahí, incluso en lo urbano con los propios grupos organizados de vecinos, donde debe intervenir el aparato gubernamental para brindar a las familias las condiciones de paz en su entorno.

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