Por: Quetzal Herrera

A partir de este miércoles comenzará la era de Joe Biden al frente del país más poderoso del mundo, en medio de un clima hostil derivado de la renuencia de Donald Trump para aceptar la derrota que sufrió desde el pasado 3 de noviembre; a pesar de ello Estados Unidos tendrá a su presidente número 46, y desde el primer minuto que asuma el oriundo de Pensilvania nuestro país también deberá tener un cambio en las relaciones bilaterales con nuestro vecino del norte, un reto más para el canciller mexicano, Marcelo Ebrard Casaubón, quien deberá ser el artífice en la construcción de los canales de comunicación entre los dos mandatarios, y de los resultados que obtenga el exjefe de Gobierno de la Ciudad de México, de ser positivos, sin duda lo mantendría como el «delfín» de López Obrador para la sucesión del 2024.

La tarea de Ebrard desde luego no es nada sencilla, pero es claro que ha demostrado «tejer» bien con quien hace cuatro años pintaba un escenario catastrófico para México y nuestros paisanos radicados en aquella nación; supo lidiar con las amenazas de la implementación de aranceles a productos de nuestro país, así como el hecho de la negociación para el Tratado con Estados Unidos y Canadá, el famoso «T-MEC». Ahora tendrá que empezar a construir una relación desde cero, pues a pesar del respeto que se han expresado tanto AMLO como Biden, las cosas no empezaron del todo bien luego de la tardía felicitación de nuestro Presidente a quien asumirá este 20 de enero, a pesar de que otros presidentes del mundo sí lo hicieron.

En materia de seguridad, será otro factor determinante en la relación bilateral, asunto que ha subido de tono con la detención en Los Ángeles del general Salvador Cienfuegos en octubre del año pasado, previo a las elecciones de aquel país, para luego regresarlo a territorio mexicano y ser juzgado por la Fiscalía General de la República, instancia que en la semana pasada confirmó su exoneración. El asunto es que el propio Presidente mexicano acusó a la agencia antidrogas de Estados Unidos, la DEA, de fabricar delitos al ex secretario de la defensa en el sexenio de Peña Nieto, y ordenó mostrar el expediente que nuestro vecino envió de forma confidencial, lo que ocasionó malestar por parte de las autoridades estadounidenses.

En este tema, Marcelo Ebrard deberá llevar también la «batuta» para evitar que la tensión en materia de seguridad crezca al arranque de la administración de Joe Biden, y comenzar a construir los lineamientos que en este rubro ambas naciones tendrán tanto para la relación como para el combate a los delitos que afectan a las dos naciones. El canciller debe hacer uso de su perfil negociador para sentar las bases de colaboración en este rubro, más allá de los responsables de las áreas en ambos gobiernos, el Secretario de relaciones exteriores tiene oficio y está obligado a dejar a México alejado de conflictos con el nuevo Gobierno de Estados Unidos.

Ebrard también tendrá tarea en cuanto a la agenda conjunta para el uso de las energías renovables, pues las políticas públicas en la materia por parte del Gobierno mexicano están opuestas a la idea que Joe Biden ha pregonado, por lo que el canciller deberá construir a partir de las posibles coincidencias una ruta de trabajo, sobre todo cuando se habla de que el nuevo Presidente estadounidense abogará por las empresas de ese país que están instaladas en nuestro territorio, precisamente por la concepción de nuestro Gobierno. Responsabilidades que se antojan difíciles pero nada complicadas para Ebrard, estaremos a la espera de su trabajo.

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