Por: Quetzal Herrera

No cabe duda que este Gobierno atraviesa por un importante desafío con el tema de la pandemia por el Coronavirus, ya que no es para nada sencillo aplicar las políticas públicas que se han diseñado desde el Plan de Desarrollo que se proyectó el año pasado, y que estará en vigencia hasta el último día de noviembre del 2024; toda proyección económica, política y social deben sufrir cambios significativos, y por consecuencia la forma en cómo se comunica también tiene un cambio, no solo de estrategia, sino de los resultados que se obtienen cuando hay limitaciones no previstas y que influyen, máxime cuando el estilo de aterrizar los ideales, en este caso del Presidente López Obrador, siempre ha sido a través del famoso “feed back” con la sociedad, con discursos plagados de elementos que motivan al respetable mostrarle su respaldo a la forma en la que ha llevado los ideales de la Cuarta Transformación desde las épocas de campaña.

En un informe trimestral, o el quinto, más allá del contenido de su discurso, es más difícil que el Presidente comunique como a él le gusta estando solo, se siente cómodo entre la gente, los aplausos y muestras de apoyo son uno de los elementos que López Obrador sabe utilizar inteligentemente a su favor, pues lleva a sus seguidores a un punto de entendimiento entre ambos, donde sale a relucir ese personaje político que llegó arrasando en las elecciones del 2018; ayer, desde mi punto de vista no lo vi pleno, el patio de Palacio Nacional solo tenía a la distancia fotógrafos y camarógrafos que fueron convocados para hacer su trabajo, no era ese personaje que se sale de su guion para seguir motivando a los asistentes, no hubo remate de frases que ha impuesto y que todos conocemos; lo suyo no es estar en un auditorio vacío, se ve que no le gusta, por lo que ha llamado una “crisis transitoria” a esta contingencia, así lo desea porque creo que no podría aguantar mucho tiempo así.

Ya en la realidad, y muy a su pesar, esta circunstancia de un informe sin invitados le provocaron generar una imagen más serena, que a nivel de comunicación tiene mucho que ver con la seriedad del asunto a tratar, sus palabras se tornan ecuánimes, con la característica de su investidura, siguiendo un texto preparado para la ocasión, donde incluso al hacer uso de información no repetida en sus “arengas”, se vuelven creíbles; quizá en la circunstancia de salud que atravesamos ayuda algo de tranquilidad por parte del Ejecutivo Federal, sin que sea tomado como un evento de campaña; insisto en el contenido del discurso valdrá la pena un análisis más a fondo de los elementos que aportó, en este momento hablamos de la forma de comunicar, porque ambas cosas tendrán sus efectos con la sociedad mexicana.

Un ejemplo muy claro es la marcada diferencia que existe de un mismo texto dicho en distintos escenarios, pues para el propio Presidente hasta la entonación es diferente; cuando dice “primero es el bienestar del pueblo y después el bienestar del pueblo, y nunca jamás los privilegios, la corrupción, el saqueo y la impunidad”, imaginemos estas mismas líneas discursivas expresadas en la plancha del Zócalo capitalino con miles de personas, evidentemente son dos mandatarios; por lo que siempre hemos comentado, todo comunica, y este ha sido un claro ejemplo de dos circunstancias con la misma figura central, claro, todo en medio de esta crisis sanitaria.

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