Por: Quetzal Herrera

A pesar de que las reformas en materia electoral de 1996 plasmaron la prohibición de que ninguna persona que se adhiera a algún sindicato tendrá por obligación afiliarse a un partido político, parece que en la práctica esta forma de concentrar votos sigue vigente, pues el llamado voto corporativo lleva implícitos intereses de carácter personal entre empresarios, líderes, gobernantes y desde luego a través de las dádivas que durante años se han implementado en el territorio mexicano para coaccionar el sufragio en las urnas, lo que ha  mantenido a nuestro sistema político atado a prácticas poco democráticas con el objeto de conservar el poder, o en su caso, la hegemonía que durante años imperó en México.

El voto corporativo era y es impulsado también desde el sector empresarial, donde a través de “sugerencias” los dueños de empresas obligan o tratan de persuadir a sus empleados para que voten por tal o cual candidato, de acuerdo a la propia conveniencia del empresario; en la actualidad y derivado de muchos factores que han permitido mayor libertad a los ciudadanos, y la confianza que existe por denunciar, esta práctica ha ido mermándose y se sale de control, pues los trabajadores han entendido que parte de sus derechos es elegir a quienes ellos consideren el mejor perfil para ocupar un cargo. De igual forma en la parte sindical desde hace años este modelo electoral era la panacea que los líderes ponían como condición para obtener espacios, y también parece que en este rubro ha dejado de tener buenos dividendos pues los resultados no están garantizados tan solo porque algún liderazgo lo diga.

Otro aspecto que debemos ir eliminando poco a poco, hasta desaparecer, es el llamado voto en “cascada”, que está relacionado en que los ciudadanos al momento de estar en la urna votan por el mismo partido en todos los cargos en disputa, una práctica que debemos ir acabando por varias razones, una de ellas es que se pueden elegir perfiles sin la capacidad para el puesto, porque nadie podemos negar que no todos los candidatos de un partido son malos, el problema es que tampoco todos tienen las características mínimas para representarnos, y México ya no está para experimentar. Y otro aspecto no menos importante, es que nuestra nación necesita de los equilibrios políticos, porque no es bueno que se otorgue el poder a una sola ideología; los mexicanos debemos elegir a quienes consideremos los más apropiados por capacidad, no por el color de su publicidad.

Por ello, es importante que en el proceso electoral del 2021, tanto en lo federal como en lo local, busquemos hacernos de la mayor información posible para tomar la mejor decisión, y de igual forma denunciar a quienes traten de coaccionar el voto a través de estas y otras prácticas, nuestro país merece una democracia tan grande como su territorio, que le apostemos a que la mejor determinación no viene de fuera, sino de nuestra propia convicción de lo que queremos. Tendremos en nuestras manos muchas ofertas políticas, y debemos ver como normal el hecho de que la mejor persona venga de partidos que no sean los principales, porque eso fomentará de varias formas la participación, que es también algo que los procesos electorales requieren en México.

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