Por: Quetzal Herrera

Para sorpresa de muchos, ayer por la tarde uno de los principales aspirantes a la dirigencia nacional del Partido Revolucionario Institucional, José Narro, anunció no solo que se retira de la contienda, sino que renuncia a sus 46 años de militancia partidista, argumentando que se ha llevado a cabo una elección viciada de origen, y afirmó que no sería cómplice de ese engaño a los simpatizantes del tricolor, además lanzó fuertes acusaciones en contra de una supuesta intromisión del Gobierno Federal para “poner” a Alejandro Moreno Cárdenas. A esta renuncia se sumó la periodista y exlegisladora federal, Beatriz Pages, quien también había ya denunciado unas prácticas poco claras en el proceso, y se sumó a Narro Robles en la decisión de dejar el partido en el que militaron por tantos años.

Este hecho abre dos frentes que me parecen importantes de comentar, el primero de ellos es que el grupo que apoyaba a Narro no se quedará con los brazos cruzados y es muy probable que promuevan la candidatura de algún otro personaje que pudiera darle la batalla a Moreno Cárdenas, quien es impulsado por los gobernadores priistas. Una de las opciones sería el exgobernador de Durango, Ismael Hernández Deras, pues la dirigencia nacional de la CNC le da la posibilidad de contar con una importante estructura a lo largo del territorio nacional, conoce las entrañas del PRI y es un personaje que sabe estar en campaña, la más reciente que le dio los méritos para encabezar este sector, fue la victoria obtenida en el Estado de México, con el actual gobernador Alfredo del Mazo, y donde el ahora diputado federal fue delegado; sólo es cuestión de valorar si el tiempo es suficiente para subirse a la carrera, pues llevaría una desventaja importante con el gobernador de Campeche, por lo que deberá existir una importante valoración en caso de ser una opción para competir.

El otro aspecto que me parece delicado para este partido, es que se ha descuidado desde hace algún tiempo a nivel nacional, a una militancia que literal tiene “tatutada” los colores priistas en la piel, que durante años y por generaciones han participado dentro de sus filas, muchas veces sin condiciones, sin chantajes, tan solo por su cariño a este partido; personas que sienten cómo se está cayendo este instituto sin que ellos puedan hacer algo; a los dos ejemplos de renuncias del inicio, se le suman muchos más en lo local y nacional, y precisamente Narro buscaba conectar con esos militantes a través de los sentimientos, porque es una constante que dentro del Revolucionario Institucional exista esa molestia en la toma de decisiones que al parecer de muchos, no es lo más conveniente.

Este proceso en particular es una extraordinaria oportunidad para que el PRI demuestre de qué está hecho de cara al proceso del 2021, pero era fundamental que esta elección no tuviera estos sobresaltos que mancharan la renovación de su dirigencia, pues esto ya genera muchas dudas sobre todo con los fuertes señalamientos de Narro respecto a la intromisión del Gobierno federal, pues de comprobarse sería algo muy grave y difícil revertir.

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