Por: Quetzal Herrera

Tras un proceso electoral atípico, con campañas empañadas de diversos señalamientos entre partidos y candidatos, estamos ya en la víspera de la elección el próximo domingo 2 de junio, en la que la participación ciudadana deberá ser fundamental para expresar, de entrada, nuestro sentir hacia cierto proyecto que nos haya convencido, pero más allá de eso, es una obligación cívica que nos corresponde ejercer.

Debemos participar porque no podemos dejar que sólo el grupo que sí lo haga decida el rumbo que debe llevar nuestro estado, que una minoría determine lo que a su juicio deba ser lo mejor, pues incluso, de no participar, es lógico que no podamos exigir en un futuro; debemos ser parte de lo que sucede en la política en todos sus niveles, avalando o rechazando las propuestas de campaña con nuestro sufragio; ser parte del abstencionismo sólo contribuye a que la gobernabilidad se vea limitada a pocos duranguenses.

La obligación cívica de votar también debe ser ejemplo para las futuras generaciones, aquellos jóvenes que están a punto de obtener su mayoría de edad, quienes al ver dentro del seno familiar un desánimo a la participación, partidos y candidatos, ese ejemplo estaremos dejando a quienes en un corto plazo serán los proveedores de sus propias familias, y será un círculo vicioso que difícilmente cambiará en la cultura socia más adelante.

Somos, en parte, responsables de los Gobiernos que nos representan, para bien o para mal, al no participar somos cómplices en la toma de decisiones que terminan por involucrarnos, y que a la postre terminamos por quejarnos. Esto debe cambiar con nuestra participación, no se trata de rechazar la política porque lo escuchamos en casa, o con los amigos, debemos tener claro que la política forma parte de nuestro andar, de nuestro presente y futuro; de ahí y de nuestra decisión dependerá si el sistema económico cambia, si las oportunidades llegarán o sólo las veremos pasar, si el sistema educativo cambia, entre otras decisiones.

Sin duda el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC), así como organismos empresariales y medios de comunicación, hasta este momento han hecho su función; es claro que en muchas de las veces los partidos no ayudan por los conflictos que se generan al interior y exterior, pero eso está en cancha de los institutos, al final de cuentas a quienes habrán de gobernar será no sólo a quienes emitieron su voto por ellos, sino a todos los habitantes de este estado, y desde luego que somos la mayoría; así que, ¡a votar se ha dicho!

Ya en números fríos, en relación a este proceso, un servidor estima una participación del 40 por ciento, de un total de un millón 300 ciudadanos registrados en el padrón, lo que representa alrededor de 520 mil votos en lo general, pero quien gane obtendría un porcentaje sumamente bajo en relación al total del padrón, y así es más complicado ejercer gobernabilidad ya dentro de sus funciones.