Por: Quetzal Herrera

Quizá el común denominar de todos los niveles de Gobierno, al momento de planear y ejecutar cualquier tipo de obra, es que jamás existirá la unanimidad, derivado de diversos factores que van generando críticas desde el rol político hasta el social, máxime cuando hoy en día, mediante la herramienta de las redes sociales, los puntos de vista con o sin argumentos invaden el ciberespacio, generando el debate por los costos, ubicación, tiempo de construcción y afectaciones que toda acción ocasiona; cabe señalar, que esto no es menester de algún Gobierno en lo específico, pues siempre se tiene que “remar contra la corriente”, cuando hay quienes expresan un señalamiento en contra de las mismas.

Vienen a mi memoria, obras que se han planteado a los largo de los últimos años que han tenido las mismas características en cuanto al debate y crítica que hoy atraviesan tanto la construcción del paso vehicular Francisco Villa, como el túnel “El Durangueño”, y es que un rubro que no debemos perder de vista, es que nuestro sistema político, por lo menos en nuestro estado con tantos procesos electorales, ha generado constantes descalificaciones de quienes han formado parte de la oposición, por ejemplo desde el inicio de los trabajos de la súper carretera Durango-Mazatlán; la adecuación del Bulevar Felipe Pescador que incluía el cambio de sentido de los carriles; la construcción del Bulevar Durango, donde incluso pasaba por decenas de viviendas para lograr conectarla de un extremo a otro; la modernización de la Avenida 20 de Noviembre con la instalación de concreto hidráulico; los puentes gemelos; el paso a desnivel frente a la Escuela Normal, entre muchas más.

Todos, y me incluyo, hemos expresado en cierto momento algún comentario respecto a las obras tanto en sentido negativo como positivo, el asunto es que como sociedad también estamos acostumbrados a que las cosas se mantengan en el mismo sitio, sin que afecte nuestra cotidianeidad, pues si bien, todos los comentarios deben ser bien recibidos, me parece que todas las obras deben tener el beneficio de la duda en cuanto a su funcionamiento, desde luego salvaguardando esquemas de protección al ambiente, entre otros. Lo cierto es que nuestra ciudad, y en general el estado, va creciendo de una manera vertiginosa y toda acción que busque mejorar nuestro sistema de vida debe ser bien recibida.

Me inscribo en el sector de la población que piensa que en el caso del túnel peatonal debemos esperar la utilidad que se le da por parte de los habitantes de los asentamientos que se encuentran frente al Parque Guadiana, y soy de los que piensan que una sola vida que logre salvar esta obra, ya habrá valido la pena, pues es un flujo vehicular donde han existido muchos accidentes con lamentables pérdidas; el funcionamiento y cuidado deberá ser responsabilidad de la autoridad en cuanto a la vigilancia permanente, pero también de los ciudadanos principalmente para su uso, pues es normal ver que en el caso de los puentes peatonales, no son muy utilizados y hay quienes prefieren cruzar bajo el riesgo de sufrir algún incidente.

Lo mismo pasa con obras anunciadas desde el Gobierno federal respecto al Tren Maya o a la refinería de Dos Bocas, a pesar de que muchos tengamos dudas y críticas al respecto, siempre lo mejor será conceder la duda y esperar a ver su funcionamiento, dejando el tema político de lado y centrándonos en que quienes toman las decisiones, deben responder a la demanda social, y hasta ver cristalizadas las acciones, sabremos qué tan efectivas resultarán.

Twitter: @QuetzalH