Por: Quetzal Herrera

Tras casi un año al frente de la administración pública federal, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, sorprendió en su “mañanera” de ayer con una declaración que pocos, como un servidor, esperábamos que diera algún día, y es que a pregunta de un reportero sobre la “felicidad” de los mexicanos, entre otros elementos que ofreció el jefe del Ejecutivo, fue el dejar claro que ya no se le estará echando la culpa de todo al Gobierno de Enrique Peña Nieto, o incluso de los anteriores, pues aseguró que ya es responsabilidad de quienes hoy dirigen los destinos de México, y como ya se saben los problemas pues ahora se trata ya de afrontarlos.

Desde nuestro punto de vista es de las pocas declaraciones sensatas que le he escuchado a López Obrador, ya que era evidente que no pudiera mantener en su discurso el hecho de lo que antes se hacía, y se perfila precisamente ahora sí a “tomar el toro por los cuernos” de un país que cada vez necesita menos polarización, más infraestructura carretera, transparencia y rendición de cuentas, fortalecimiento en materia educativa y de salud, así como el respaldo a las corporaciones encargadas de velar por la seguridad, pero sobre todo, una administración que si bien no puede ser perfecta, como muchos desearían, sí con la disposición suficiente para mantener estabilidad social y económica, que nos permita como nación diseñar estrategias que compitan con otros países que sí le apuestan a la globalización y tecnificación de sus procesos económicos, lo que se traduciría en mejores oportunidades para nuestras familias.

Estoy seguro que esta frase del Presidente despresurizará en gran medida la serie de señalamientos que hacemos los mexicanos en torno al desempeño de su Gobierno, y lo principal, disminuirá la brecha que existe entre quienes están a favor y en contra de la «4T», y en gran medida esto se traducirá en mejores acuerdos entre las fuerzas y grupos políticos para que las cosas sucedan, pues parte del conflicto radicaba o radica en que ya era necesario asumir el rol de mandatario, así como su gabinete, que en la mayoría de los casos ejercían el mismo criterio, ojalá este cambio de discurso también baje a todos los niveles que toman decisiones del Gobierno federal.

Nadie puede estipular el tiempo que un Gobierno que acaba de asumir, deba echarle la culpa al anterior de muchas de sus acciones, lo que sí se vuelve necesario es que no sea mucho, pues no se podría gobernar pensando en el pasado, simplemente se convierte necesaria una evaluación real de dónde parte el nuevo Gobierno, con cuántos recursos económicos, de infraestructura y humano, se cuentan, y a partir de ahí mejorar las acciones para lo cual han sido electos, ya que es natural el señalamiento y el flujo de información de las condiciones en las que se recibe, al final de cuentas los Gobiernos no son para siempre, y llegado el momento quienes llegan, tendrán algún día que entregar; la política es de tiempos y momentos, de presente y futuro, y ambas cosas deben cuidarse.

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