LA PALABRA DEL GIOCONDO… La ley del más fuerte
Por: Alejandro Flores de la Parra
Mientras el presidente López Obrador presume que hay tranquilidad y gobernabilidad en nuestro país, pues no existen quienes estén externando reclamos o protestas respecto al proceso electoral 2021, fue precisamente este proceso, uno de los más peligrosos, en donde 90 políticos fueron asesinados y más de 700 casos de violencia, entre levantones, secuestros, desapariciones, baleados y amenazas, se presentaron. Pareciera que el mandatario nacional, cree tan poco en la prensa, que no se entera de lo que pasa.
La tranquilidad y gobernabilidad no solo se mide en la ausencia de reclamos poselectorales, pues son más de 90 mil los homicidios dolosos que han cimbrado nuestro territorio y que hoy, a 30 meses de Gobierno, superan de manera exponencial a la violencia que provocaba este indicador en los tres sexenios anteriores inmediatos. Es una violencia heredada, de acuerdo, pero exacerbada y potenciada por una falta de estrategia de contención, que nos ha dejado inmersos en notas de matanzas, balaceras y asesinatos que, día a día, se van normalizando.
Tamaulipas, Guanajuato, Tabasco, Zacatecas… hacia cualquier parte que miremos en el mapa, se siguen presentando situaciones peligrosas para la ciudadanía. ¿Que se están matando entre rivales? Ojalá solo fuera eso, pero en cada uno los reportes de violencia, o mueren civiles que ni la deben ni la temen, o quedan estragos en una psicosis social que poco a poco se apodera de la tranquilidad de nuestras vidas.
Bien dicen que no es lo mismo gritar desde las gradas, que estar en el montículo lanzando la bola, para ponerlo en el contexto beisbolero, que tanto le gusta. En campaña, en una de tantas, en todas, siempre dijo tener la solución para la creciente violencia e inseguridad. Alejar a los militares de las calles y garantizar, desde las policías, un actuar suficiente y sustantivo, era parte de la cantaleta, mientras les decía chachalacas a unos, ilegítimos a otros, rufianes y mezquinos y tantos adjetivos y frases que, como el gran demagogo que es, supo capitalizar. Acabó con la policía federal y creó la Guardia Nacional, inexperta y con una estructura tambaleante. Al final, tuvo que recular y hoy tiene a los soldados y marinos más lejos de los cuarteles, que nunca. Al final, no era tan fácil.
Ya dio un golpe de timón en su política fiscal, cambiando al titular de Hacienda; mientras relevó a la zarina anticorrupción, más a fuerza que por gusto. Este sería el momento de cambiar y redefinir una estrategia que permita reducir los índices de violencia en el país. Para ello, quizá deba cortar cabezas de las instituciones, o reforzar el reciente nombramiento de Rosa Icela Rodríguez, la periodista que dirige la Seguridad Pública, con gente con pericia y expertiz probada en la materia, que redireccione el barco y no permita que, en nuestras calles, siga imperando la Ley del más fuerte.
Twitter: @AlejandroFdelaP