Por: Alejandro Flores de la Parra

Entre que si está en los que mencionó el presidente López Obrador para sucederle, que, si perdió la mitad de las alcaldías de Ciudad de México en el pasado proceso electoral y que si día y noche tiene exposición en medios de comunicación nacionales, Claudia Sheinbaum, gobernadora de la capital del país, ya no se siente sino como la que será candidata en 2024 para buscar la presidencia de la República por Morena.

Basta escucharla, leer su lenguaje corporal y hasta ver cómo responde a las críticas. La Claudia que era mesurada, respetuosa y hasta prudente, quedó tres años atrás. Esto no es un síntoma exclusivo de Sheinbaum, sino de cualquiera que viste los colores cuatroteístas, pero en ella toma especial relevancia por sus aspiraciones presidenciales.

A tres años de la sucesión, la campaña ha comenzado y ella no va sola, pues del otro lado, Marcelo Ebrard está apretando el acelerador y el ambiente poco a poco se empieza a empañar con las ganas de muchos y las posibilidades de pocos. El problema no es la aspiración, sino cuando en ella se pierde el momento que viven los políticos, pues muchas veces, cuando tienen ya un cargo y aspiran a otro, se olvidan de gobernar o de hacer las funciones que les corresponden, pues todo toma un tinte político electoral y no político funcional. Para muestra, un botón, pues con tal de quedar bien con el hombre más poderoso del Gobierno, la jefa de Gobierno apuntó que, la negativa para regresar a clases presenciales para el ciclo 2021-2022, tiene que ver con un tema meramente político.

A pesar de que se trata de la ciudad más grande del país y que, seguramente, existen necesidades muy diversas entre unos planteles y otros, Sheinbaum aseguró que su Gobierno brindará todas las facilidades (no garantías) para que el 30 de agosto, se pueda regresar a clases, aunque no habló de protocolos a seguir o a implementar, reforzando su argumento sobre lo político, al mencionar que, si se hubiera dicho que no al regreso, estarían siendo igualmente criticados.

La crítica y la política se mezclan con todo, sin duda, pero no se deben tomar las decisiones desde esa óptica, sino desde una verdadera intención de que, las acciones que se emprenden son para el verdadero beneficio de la sociedad y no para tener el menor daño político colateral, que muchas veces se sigue teniendo, incluso en contra de lo que se pensaba era mejor.

Así que, mientras es acusada por los alcaldes electos de oposición, de ser quien entorpece y obstaculiza la preparación de los trabajos de transición, seguramente seguirá con las enseñanzas de quien la tiene hoy como la primogénita del poder, haciendo todo con fines electoreros y no razonando las decisiones, para ver si, luego, no salen totalmente arrepentidos por ocasionar desgracias.

Twitter: @AlejandroFdelaP