Los mexicanos están satisfechos con su Presidente
Por: Gilberto Jiménez Carrillo
Para muchos estudiosos la historia no solo la hacen los personajes, la historia la hacen las grandes mayorías en su dinámica social, pero aun con esa teoría desde luego que los personajes también cuentan. No es lo mismo un pusilánime pelele que un estadista. Pero entonces surge la pregunta: ¿Qué significa ser un “buen presidente”? ¿lo es, por ejemplo, Andrés Manuel López Obrador, quien luego de dos años de Gobierno no muestra un notorio desgaste como ha pasado con otros dignatarios? Es más fácil llegar al poder que mantenerlo y fortalecerlo. No es igual triunfar en las urnas a triunfar en la cotidiana disputa por regir la nación, y más cuando el capitalismo y otros poderes facticos generan espontáneamente desigualdad y sus dueños sólo piensan en acumular mayores riquezas y conservar el poder a costa de lo que sea.
Es claro que el puesto de presidente de México es extremadamente complejo. No solamente debe el presidente conocer el funcionamiento del Estado, los mecanismos legales que le otorgan facultades y le limitan en su actuar, sino que debe permanecer en contacto con el pueblo, así como empujar el desarrollo del país en un sentido, en una dirección. Así las cosas, la personalidad y el carácter del presidente, resultan trascendentales. Un presidente no puede ni debe ser solo aquel que se encargue de la economía, de la empresa, del crecimiento, lo cual desde luego es importante.
A diferencia de los anteriores presidentes, el licenciado López Obrador ha salido adelante porque aparte de ser un político sagaz y con una probada experiencia, tiene aquello que sus adversarios no tenían ni poseen: acercamiento sentimental con el pueblo. Han transcurrido dos años y un mes de embestidas y a pesar de ello la gran mayoría de los mexicanos estamos contentos y satisfechos con nuestro presidente.
Que yo sepa, no existe un manual del usuario para dirigir un país, ni una escuela en donde se aprenda a ser un buen presidente, pero en lo personal, creo que López Obrador es un hombre bien intencionado. Sus objetivos (un país más justo, menos corrupto y menos pobre) son atendibles y entendibles, y su austeridad y capacidad de trabajo constituyen una novedad en la galería de presidentes frívolos, corruptos o mediocres que nos tocaron en los anteriores noventa años.
En conclusión, debe quedar claro que la historia la hacen las masas, las grandes mayorías y los pueblos en su movimiento. donde por supuesto los conductores son una expresión de ese movimiento. Pepe Mujica era un “buen tipo”, bien intencionado sin dudas, pero eso no alcanzaba para lograr cambios reales. En México es totalmente diferente, han trascurrido poco más de dos años del actual Gobierno federal y los mexicanos están más que satisfechos con su presidente. Andrés Manuel López Obrador es ya el mejor Presidente del México moderno. En solo 25 meses ha colocado al país en la senda de la paz y el bienestar gracias a esa radical transformación de la vida pública. Tras una larga espera, por fin México tiene un líder que conduce los destinos nacionales sin perder de vista el horizonte y con los pies sobre la tierra consciente de que lo importante es caminar. Faltan cuatro años para que concluya el sexenio y los mexicanos bien intencionados estamos más que convencidos que no basta con tener presidente, sino que es necesario tener un buen presidente…y los mexicanos lo tenemos.
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