Por: Sergio Duarte Sonora

La pandemia ciudadanizante del fin de siglo XX, no se limita solo a conquistar un espacio constitucional en la burocracia dorada. No. Los organismos de intermediación llamados organizaciones sociales surgidas al calor del naciente sistema competitivo de partidos políticos y el “perfeccionamiento” del régimen democrático mexicano, son también asaltadas por esta oleada ciudadana.

No podía ser de otra manera, cuando el régimen político empieza a ser verdaderamente competitivo, cuando el PRI empieza a dejar de ser partido   hegemónico de estado y se aflojan los amarres corporativos durante décadas institucionalizados,  los individuos -los ciudadanos- antes cautivos comienzan a hacer uso de su libertad y a explorar nuevas y múltiples rutas de vida organizada. Solo unos cuantos le hacen al solista, pero terminan forjando su propia orquesta, ajustada a su necesidades de proyección personal.

El último oleaje organizativo aún anclado en la modernidad se da en los años 70as del siglo XX después de la represión estudiantil de 1968. Al calor de la Revolución Cubana, la resistencia heroica del pueblo de Vietnam y de la línea de masas de la revolución China surgen organizaciones de clase y de masas por todo el país y más temprano que tarde formarán frentes, comités y coordinadoras que aglutinarán las demandas y los esfuerzos de los de abajo. La CONAMUP, la CNPA, la COSINA, la CNTE (le harán competencia a las oficialistas CNC, CTM y CNOP y SNTE) sin dejar de lado a la CIOAC, al FAT y otras organizaciones regionales con arraigada e histórica tradición de lucha de izquierda socialista.

A partir de los años 90’s, las grandes organizaciones campesinas, obreras, populares, empresariales y profesionales son objeto de un proceso de atomización que va a la par del proceso de reconfiguración que enfrenta el régimen político. El salinismo logra cooptar a sinnúmero de cuadros dirigentes obreros, campesinos, populares y profesionales, con el argumento de ser incluyentes y transitar a una nueva era política; a otros simplemente los reprime, los desaparece, los acaba.

De esta forma se abre el abanico de interlocución y gestión y a la vez se propician las disputas entre dirigentes por la interlocución con el Estado, lo que genera múltiples escisiones; y para ilustrar este fenómeno solo retomo simplificadamente el ejemplo de la CIOAC. De esta ejemplar organización campesina de izquierda, surge la Cioac democrática, de Sonora, de Veracruz, del norte y la del sur, a grado tal que en la actualidad el peso de la cioac (así con minúsculas) es irrelevante, pues cada una de las cioacs sobrevivientes devinieron en proyectos cuasi familiares.

De este proceso surgirán múltiples organizaciones cuya misión pasa de lo histórico a lo banal: de las demandas históricas de clase, reales, se pasa a las demandas de los directivos por mayor presupuesto público. Surge el ciudadano independiente organizado y las prácticas gerenciales serán herramientas de trabajo y dirección cotidianas; a partir de este momento las reuniones de trabajo ya no se harán en los salones ejidales, ni en los espacios públicos de las colonias y barrios populares. A partir de aquí los eventos campesinos y obreros se realizarán en los centros de convenciones de hoteles de cinco estrellas e igualmente las comidas y lujosos hospedajes correrán a cargo del presupuesto público.

El PRD será el partido que más parirá este tipo de nuevas organizaciones. En la medida  que cuadros políticos regionales surgidos al calor de las luchas sociales de los años 70 y 80as se integran (muchos de ellos dirigentes estatales de organizaciones campesinas nacionales en proceso de descomposición) a las disputas electorales desde el PRD o el PT, van surgiendo poco a poco decenas de supuestas organizaciones campesinas, obreras y populares que construyen interlocución con el Estado cuando sus dirigentes arriban a puestos federales de representación popular. Desde ahí cada año a partir del mes de octubre empezarán a movilizarse a la ciudad de México a realizar acciones de presión para respaldar a sus dirigentes, que desde el Congreso de la Unión, pelearan por recursos del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), etiquetados para las decenas de estas organizaciones que ya no son las organizaciones de clase y de masas de los años 70 y 80’s; ahora son más que nada modernos despachos de gestión, con cuadros técnicos capacitados en el manejo de leyes, de reglas de operación, en la elaboración de proyectos productivos y en muchas ocasiones con derecho de picaporte en las oficinas de secretarías de Estado vinculadas al sector social en el que operan.

Las organizaciones campesinas, obreras y populares que se formaron como producto de procesos de demandas históricas de sus núcleos fundacionales, sufren el embate neoliberal y por decreto de los científicos sociales se da por terminada la lucha de clases, se da por terminado el reparto agrario, así como el fin de las ideologías que animaron, motivaron y orientaron las luchas de los olvidados de la tierra. La consigna que cimbró estructuras de dominación por muchas décadas en todos los rincones del planeta es “notificada de su muerte”: El “Proletarios de todo el mundo uníos” se acabó. Ahora la consigna es ciudadanos independientes del mundo, vayamos por el presupuesto.