Por: Iván Ramírez

Por décadas se han comido los cerros por sus minerales, agotado los mantos friáticos, contaminado los ríos y no se siente un gran avance en la economía. Tal parece que en Durango sólo sabemos cortar, arrancar y succionar recursos naturales, pero sus nutrientes económicos no se quedan en la mayoría de la población; como si no tuviéramos estómago, riñones o hígado para aprovechar debidamente la sustancia o tal vez tenemos muchos parásitos. Porque cuando la economía de nuestra sociedad se quita el maquillaje y los pupilentes para ir a dormir, levantan la mano esas manchas en la piel y los ojos anémicos.

Seguimos explotando lo que se agota en lugar de ir pensando en explotar y tener otro ingreso a través de lo inagotable como es la propiedad intelectual.

En nuestros 39 municipios hay gente con un intelecto desperdiciado que opta por fugarse, huir de donde los sueños se secan y los expendios de cerveza superan diez a uno a las escuelas.

Por qué no creer en un Durango generador de tecnología; quien nos dijo que eso no se puede, cuando el conocimiento está ahí en internet es gratuito y nos dan toda la información para poder investigar la tecnología existente y hacerle mejoras para después patentar esas mejoras. Las instituciones educativas ahí están, podrían estirar por lo menos el dedo meñique para que los jóvenes tengan la opción de titularse mediante la presentación de una solicitud de patente.

Por qué no pensar en nuestros artistas, escritores, diseñadores, etc; pudiendo proteger sus creaciones y ganen con eso. Sí,  aún nos falta, pues aún no hemos empezado a sembrar esos árboles que pueden darle la sombra necesaria a nuestro estado, donde familias enteras puedan disfrutar de su cobijo mientras los niños se trepan en las ramas y se parten su madre pero vuelven a levantarse con las rodillas y espalda raspada; eso es el aprendizaje por trepar a un árbol nuevo, done se explote el conocimiento y los jóvenes enamorados puedan marcar un corazón con sus nombres en el tronco y planear algo relacionado con una mesa, una cama, un jardín y una docena de meses corriendo con un biberón por la casa.

No creo que el cerebro del mexicano sea diferente al de otros habitantes del mundo, donde las principales potencias protegen, venden, exportan y compran las ideas.

Sí, es muy fácil decir ¡vamos! o “nos falta esto y aquello” pero debemos empezar a decirlo, sembrar el gusanito. Tal vez algo se mueva en uno de cada mil y ya sería un avance.

Hay mucha gente con talento, pero algunas desconocen cómo proteger sus creaciones para tener derechos sobre ellas y puede ser tan sencillo como plasmar su creación en una hoja, meterla en un sobre ir a “mexpost” y auto-enviársela a su domicilio. Así es, esta es una forma de proteger nuestros derechos de autor. Claro que, si se trata de una invención o una marca, eso se hace de otra forma.

Sólo pretendo dar un ejemplo de lo que podemos hacer para empezar a ver más allá de los surcos, los árboles, los ríos y cerros. Imaginarnos un Durango moderno, no viviendo y muriendo inmerso en la nostalgia de lo que pudo ser o seguir viendo a los hijos marcharse antes de ver cómo se secan sus sueños.

Twitter: @ivanramirezdgo