Los últimos esteroides del viejo régimen (parte 1)
26/05/2019 - Hace 5 años en MéxicoLos últimos esteroides del viejo régimen (parte 1)
Por: Sergio Duarte Sonora
Las señales de fin de época emergieron con toda claridad en la elección presidencial del año 2000, y para no hacer quedar mal a los estudiosos de los procesos sociales y políticos, en el año 2012 el dinosaurio político mexicano estaba de vuelta. El clásico intento de restauración de un status quo político que se niega a morir.
En Durango, el primer golpe de muerte lo asestó la coalición PAN-PRD en la elección local del 2016, para que AMLO y sus morenos asegundaran de una manera avasalladora dos años más tarde en el 2018. El fin de época está dado, registrado y decretado, sin embargo la agonía del dinosaurio aún no termina, y cuidado porque un estertor de muerte puede generar el tropiezo o el final de algún actor político portador de futuro.
Sin duda alguna que el PRI, partido surgido de una revolución armada, jamás volverá a ser aquel partido hegemónico de estado que en realidad era un partido frente que aglutinaba, bajo una férrea disciplina a actores, segmentos y sectores de diferente origen y naturaleza y que contaba con una oposición de izquierda y de derecha de magro peso, pero importante en el ámbito de la legitimidad de un régimen autoritario de fachada democrática.
La elección federal del 2018 fue un verdadero tsunami electoral que devastó al anciano edificio del régimen priista que alcanzó casi el centenar de años de dominio absoluto, si tomamos en cuenta que los 12 años de Gobiernos panistas significaron sólo cambio de hombres y la continuidad y profundización de las políticas de corte neoliberal iniciadas en 1982 en el Gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado.
Hoy, AMLO enfrenta conscientemente el claro mandato popular de desmontar lo que queda del ya agotado e inservible andamiaje de la estructura política que propició actos escandalosos y mayúsculos de saqueo, corrupción e impunidad institucionalizada, rasgo característico de toda sociedad, sistema, imperio o civilización en fase terminal.
El reto no es menor si tomamos en cuenta que reina la confusión, la revoltura y la incertidumbre en los diferentes frentes políticos. Pareciera que los actores principales –no se diga los medios o menores- han perdido la brújula. No hay rumbo cierto.
Sólo AMLO avanza lentamente, pero con paso firme promoviendo una profunda reforma del marco legal e iniciando proyectos que pueden ser la base de un nuevo periodo de larga duración, que deberá tener como ejes rectores un nuevo estilo de hacer política, una nueva política económica que se centre en el bienestar de los que menos tienen y a la vez frene la voracidad de los tiburones surgidos en el periodo neoliberal, así como un nuevo espectro político electoral que surgirá del proceso de recomposición que está en marcha.
En Durango, el proceso electoral cuya jornada electoral será el próximo 2 de junio, es el espacio y momento idóneo para terminar de acabar con lo viejo y de ayudar a nacer lo que aún no termina de nacer. Que no le alarme a nadie la incierta y difícil incorporación a Morena de experredistas, de expanistas y de expriistas, o la aparente simbiosis de panistas y perredistas, o los saltos y los vuelos impredecibles del «Águila» Enríquez, o la resurrección de Gonzalo, o la independización del Partido Duranguense, o la emergencia de los verdes, o el voluntarismo del amigo Gardeazábal, o las defecciones de panistas, o las penurias del otrora poderoso e invencible Revolucionario Institucional. No, que a nadie se le haga raro.
¿Qué pasa? Realmente nada nuevo, es fin de época. Echemos mano del viejo topo de Carlos Marx. “Toda formación social lleva en sus entrañas el conjunto de contradicciones que darán origen a sus propios sepultureros, asimismo toda era parirá los actores que el momento histórico requiera”.