Por: Gilberto Jiménez Carrillo

Hace unos días que terminó una serie de actividades artísticas y culturales desarrolladas durante gran parte del mes de octubre a las que se les conoce como festival Revueltas. Debido a múltiples factores, en la edición 2019 no existió la expectativa de otros años, incluso fueron muchos los que pensaron que en esta ocasión el festejo se iba a suspender, pero finalmente se logró armar un programa sencillo y austero en el que, a diferencia de otras jornadas, se le dio prioridad a los artistas y creadores locales. Para el diccionario, un gestor cultural es aquel profesional que motivado por la inquietud y el interés en la cultura e independientemente del área de conocimiento de su formación académica, opta por dedicarse a promover, incentivar, diseñar y realizar proyectos culturales desde cualquier ámbito. Ese es justamente lo que sabe hacer la licenciada Anabel Gutiérrez, y además lo hace muy bien, ya que desde que la nombraron directora de promoción y difusión del Festival Revueltas, apenas una semana antes de su inauguración, la experta en estos menesteres se puso a trabajar con lo que había y con lo que tenía. A contracorriente, y modificando parte del programa inicial, agregó algunas propuestas que le dieron lucimiento al festejo. Se generaron nuevos espacios de disfrute que en consecuencia generaron nuevos momentos para el impulso de las artes y la valorización de la cultura en general. Para Anabel Gutiérrez Parra la gestión cultural sí es rentable, pero para entenderlo se requiere saber sobre el tema. Precisamente por ser especialista con respecto a los proyectos culturales, la licenciada Gutiérrez Parra sabe en qué radica la diferencia de tener un proyecto cultural exitoso y otro que no lo es. Cuando se llega a percibir o aceptar que algo no salió bien, (sin nombrarlo error) siempre la culpa la tendrá algún aspecto externo: Otra persona, “el sistema”, la burocracia, las políticas, la violencia, la administración, “la gente inculta que no le interesa asistir a eventos culturales”, “los otros”. Entonces cómo es que realmente se define el éxito o cómo se mide el fracaso en la acción cultural. En el pasado Festival Revueltas fueron muchas las voces que expresaron que el éxito o fracaso dependía del presupuesto. En cultura el problema no es el dinero, sino la distribución de él y cómo se ejerce la política cultural. Cómo se decide cuánto se destina para becar a creadores y cuánto para proyectos comunitarios, cuánto para la ópera y cuánto para la difusión general de la institución. Gutiérrez Parra tuvo especial cuidado en evitar las ocurrencias y proyectos express, esos que se sacan de la manga sin diagnóstico previo, sin planteamiento correcto de objetivos y sin evaluación. En la comunidad Altos de Jecopaco, perteneciente al municipio de Cajeme en el estado de Sonora, año con año se realiza un festival cultural que se llama Fiesta en mi Pueblo. Los duranguenses tuvimos una fiesta, esta vez no alcanzó para festival, lo cual no hizo falta, pues la fiesta dejó un buen sabor de boca ya que disfrutamos a lo nuestro y a los nuestros. Este año el Festival Revueltas fue diferente, pues en la directora de difusión y promoción se pudo percibir la sensación de alegría que le produce su labor, pues Gutiérrez Parra es de las que no trabajan para que una empresa gane dinero, sino para que, a través de la cultura, haya un crecimiento personal de los ciudadanos. Muy buen trabajo, Anabel, misión cumplida.

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