Por: Fhernanda Simental L.

¿Qué tan deprimidos estamos los duranguenses? Mucho se habla de depresión y suicidio pero poco se entiende y no se le da la importancia que requiere, principalmente por parte de las instituciones oficiales que parecen indiferentes ante el tema, sobre todo en un estado como Durango, cuyo índice de suicidios ya supera la media nacional y donde la única ayuda que encuentran los afectados es un “échale ganas”, pues no se cuenta ni siquiera con una línea telefónica de ayuda.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Mental, la depresión es una enfermedad clínica severa; un trastorno del cerebro cuya causa pueden ser desde factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos, la cual puede comenzar a cualquier edad, pero suele empezar en la juventud o en adultos jóvenes y es mucho más común en las mujeres.

De acuerdo a cifras del Observatorio de la Laguna, en Durango una persona se quita la vida cada tres días en promedio, de los cuales ocho de cada diez suicidas son hombres; el 50 por ciento de los suicidios se dan en niños y jóvenes entre 15 y 29 años y seis de cada diez personas tienen estudios de educación básica, esto es, el 37 por ciento de los suicidas tienen nivel de educación secundaria; el 27 por ciento su nivel escolar es preparatoria y el 22 por ciento tienen escolaridad primaria.

En este 2019, Durango registra ya 67 suicidios en lo que va del año, pero el 2018 lo cerró con 132 suicidios, en 2017 con 137 y en 2016 la cifra cerró con 130 suicidios registrados, alarmante ver las cifras y ver que son constantes, no hay una reducción en los incidentes, entonces ¿qué es lo que están haciendo las autoridades estatales para prevenir el alza en suicidios?

Si tomamos en cuenta que, de acuerdo al Inegi, el suicidio es la segunda causa de defunción entre las personas entre los 15 y 29 años, y que el 75 por ciento de los suicidios a nivel mundial se produce en países de ingresos bajo y medianos, estaríamos hablando de una generación de jóvenes deprimidos, que ante la desesperanza, la falta de confianza y la poca claridad sobre el futuro, optan por quitarse la vida.

Ante esto, evidente es la falta de eficiencia tanto del Instituto de Salud Mental del Estado de Durango, así como la nulidad de iniciativas del Instituto Estatal de la Juventud por proponer y realizar campañas efectivas que prevengan el suicidio entre la comunidad joven de Durango. Resultado de esta ineficiencia, la semana pasada se registró el suicidio de un joven de 16 años en el poblado 5 de Mayo; también el de una joven de 15 años en Gómez Palacio y un niño de 12 años en esta ciudad.

Al hacer esta columna, sólo se encontró el programa “Resilencia en Jóvenes”, que pertenece al municipio capitalino y opera el Instituto Municipal de Salud Mental (Dato interesante: Ningún otro municipio tiene un instituto de salud mental, lo que habla de una preocupación para su atención, al menos por parte del municipio capitalino), con la colaboración del Instituto Municipal de la Juventud.

Ojalá persista esta visión de trabajo conjunto entre salud y juventud, pues sólo de la mano es como se puede ayudar a una población que grita en silencio y pide ayuda en un desierto de indiferencia. Que quienes sufren esta terrible enfermedad sepan que pueden pedir ayuda ante la desolación y la desesperanza que los atormenta y que como respuesta no recibirán el terriblemente frívolo “échale ganas”.

Twitter: @Fher_Turkita