Por: Fhernanda Simental L.

El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de las alubias, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios dependen de decisiones políticas.

Bertolt Brecht, Escritos políticos

¿Qué es lo que pasa cuando los ciudadanos no ejercen su derecho al voto y no cumplen con esta obligación cívica en los procesos electorales? Nuestro sistema electoral sólo se guía por el voto válido, así que al final, quienes deciden dar la espalda a las elecciones por simple apatía o como postura política pensando que así lograrán un cambio en el sistema, tan sólo consiguen quedarse al margen de las decisiones, dejando la decisión en manos del voto duro de los partidos.

El fenómeno del abstencionismo electoral es uno de los grandes problemas que sufren las democracias actuales, aunque desde 1940 el dramaturgo alemán Bertolt Brech ya criticaba la falta de involucramiento ciudadano en la toma de decisiones: “El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo”.

Nuevamente, el pasado domingo 2 de junio, cuando Aguascalientes y Durango renovaron alcaldías; Quintana Roo y Tamaulipas diputaciones locales, y Baja California y Puebla renovaron gubernaturas, el gran ganador fue el abstencionismo, pues el promedio de votación en estos seis estados fue apenas del 33 por ciento.

Llaman la atención las cifras que arrojó Puebla, pues en 2018 tuvo un 66 por ciento de participación, otorgándole la gubernatura a Martha Érika Alonso (quien lamentablemente falleció 10 días después), para caer a una participación apenas del 33.4 por ciento este 2019, dando el triunfo a Morena.

Peor el caso de Baja California, que tuvo apenas una participación del 29.63 por ciento, lo que rompió el récord del 2013, cuando la participación en esa entidad fue del 38 por ciento; ante la lamentable cifra, el Instituto Estatal Electoral de Baja California no tuvo más que reconocer su falta de estrategia para promocionar el voto ciudadano y su incapacidad para motivar el sufragio.

Con un 58.04 por ciento de abstención, en Durango el escenario también es desalentador. Con un padrón electoral de un millón 275 mil 730, tan sólo se tuvo una participación ciudadana estatal del 45.3451 por ciento. De esto se desprenden los resultados en la capital del estado, pues con un padrón de 472 mil 202 ciudadanos, tan solo votaron 198 mil 169 ciudadanos, esto es el 41.96 por ciento del padrón, por lo que el virtual ganador de la jornada, Jorge Salum del Palacio, llegará sin el respaldo del 84.74 por ciento del padrón, equivalente a 409 mil 119 ciudadanos del total de la lista nominal, pues la ventaja la obtiene apenas con el 15.26 por ciento del mismo.

Nadie puede felicitarse por los resultados, mucho menos los institutos electorales, que no han podido abatir el fenómeno del abstencionismo que debilita a nuestro sistema democrático. México necesita una ciudadanía más comprometida con su vida política, pues al final, es frente a una urna, con el sufragio, como se deben elegir a los funcionarios y exigir resultados.

Twitter: @Fher_Turkita