Por: Fátima Salazar

A lo largo de la historia, muchos son los momentos en los que los liderazgos sociales volcados a través de los intereses políticos, han provocado irremediables condiciones de inestabilidad económica y del bien social, y tal es el caso que vemos ahora en países como Venezuela, en donde las decisiones políticas centradas en el bien particular de la élite en el poder, tiene en jaque a casi toda la población, y esto muy aparte de las culpas que se lanzan contra los imperialismos, los que tampoco son falsos.

Es deprimente ver como las palabras “El político piensa en la próxima elección; el estadista en la próxima generación”, frase de Otto Von Bismark, estadista y político alemán del siglo diecinueve; es una expresión tan vigente como la decrepitud generalizada en el sector político de nuestro país.

Ahora, en lo cercano de nuestro Durango, donde las elecciones locales y federales iniciaron sin gloria y sí con mucha pena y miseria creativa, se muestran los rasgos de la mínima o nula capacidad estadística en la proyección del qué hacer para el futuro de bienestar que la realidad exige.

El problema de promesas imprudentes como eludir pagos de servicios como el del agua potable y sus consecuentes servicios de alcantarillado y saneamiento, circulo virtuosos del que depende todo en la sociedad y es que su provisión a la población depende directamente de la capacidad del organismo operador de financiarla, recurso económico que es contribuido por los mismos usuarios.

Sin el suficiente ingreso económico y con la tarifa más económica en el país, ¿Cómo es posible financiar todo cuanto es necesario para la operación de los servicios de agua y su desarrollo?

Aún más grave a lo anterior, es la situación del recurso de agua para la ciudad de Durango cada año más apremiante, pues el volumen disponible es menor y la población demandante es abrumadoramente mayor.

Esta crítica es una dura condena contra quien “alegremente» promete absurdos que atentan contra la estabilidad de los recursos hídricos, su prestación en servicios y la integridad económica y social de la ciudad, pues en lugar de plantear proyectos de gestión enfocados en propiciar y ejercer inversiones que garanticen mayor cantidad y calidad de agua, plantea mecanismos que provocarán una rápida escasees del vital líquido.

Por desgracia, tal aberración política no es nueva, ya que, a lo largo de más de 65 años, desde que se declaró la ciudad de Durango como zona de veda para la extracción de agua, multitud de candidatos y pseudo políticos, elevando un falso interés social, han tomado de ignorantes a los ciudadanos abusando de su necesidad, para no solamente declarar incongruentes tales, sino que ejecutaron decisiones que comprometieron la disponibilidad de agua.

Con el afán de mantener el favor de la sociedad, durante 40 años se ha impedido el incremento justo de las tarifas de los servicios de agua, situación de imparidad entre los gastos de operación y la posibilidad de financiar el desarrollo sustentable de los mismos.

Es deprimente seguir viendo las mismas prácticas “populacheras” y demagogas en el sector político, pero es aún más aborrecible, que sean los candidatos jóvenes quienes las apliquen tras una falsa cara de interés social, en especial cuando quien se atrevió a hacer tales promesas, con respecto a los servicios de agua, ha llevado una vida felizmente acomodada, donde poco o casi nada ha carecido.

El problema real por atender, es el de eliminar el manejo apasionado y turbio de los recursos públicos y su desvió, así como de reeducar a la sociedad para que haga a un lado las prácticas que contribuyen precisamente a la corrupción en el sector público y político, situación que vislumbro imposible… ¡Ay mi querido Durango!

Twitter: @LCCFatySalazar