Por: Gilberto Jiménez Carrillo

Antes de ser gobernador de Chihuahua, Cesar Duarte vendía carros usados en Parral. Con astucia, compromisos, algo de talento y hacer y deber favores, terminó por convertirse en Gobernador del estado donde nació. A partir de ese momento enloqueció, pues se le olvidó que los sexenios solo duran seis años y no para toda la eternidad, lo que quiere decir que el poder, la impunidad y apoderarse de los recursos públicos, también tiene un plazo de extinción. Cesar Duarte tiene una esposa y tres hijos, ninguno de sus hijos o el mismo estudiaron en La Sorbona. Antes de ser Gobernador y siéndolo, jamás se publicaron fotos con su esposa e hijos visitando el museo de Louvre o comiendo en el exclusivo restaurant Maxims. Bueno quizá este exagerando, no existe una sola foto donde aparezca Cesar Duarte o su familia caminando por la Quinta Avenida o asistiendo a un concierto en Bellas Artes en la Ciudad de México. Eso quiere decir que sus gustos siguen siendo los mismos que antes de que fuera Gobernador, lo que quiere decir también, que el dinero no hace a las personas cultas y refinadas, entonces para que un gobernador quiere acumular tanto dinero.

Regresemos al caso Duarte, el de Chihuahua, porque también está el caso de Javier Duarte, el exgobernador de Veracruz que se encuentra en la cárcel por ratero y ambicioso. Supongamos que una vez que terminó la gubernatura, Cesar Duarte se acostumbró a un ritmo de vida que requiere la exagerada cantidad de un millón de pesos mensuales para esposa, hijos y sus cónyuges y hasta nietos. Desde luego que esa inmensa cantidad de dinero es para pagar empleados, viandas exquisitas, mantenimiento de vehículos, viajes frecuentes, ropa fina, restaurantes, antojos y alcanza hasta para dos queridas. En un año la suma es de doce millones de pesos, en diez de 120 millones y en treinta años de 360 millones. Supongamos que al terminar su periodo, los gobernadores tienen un promedio de edad de 55 años, y supongamos también que en virtud de haber sido seres humanos sensibles, compartidos, honorables y solidarios con sus gobernados, el todo poderoso los deja vivir treinta años más. Eso quiere decir que abandonarían el mundo a los 85 años de edad. A Cesar Duarte lo están acusando de robarse tres mil millones de pesos; pero para que quiere tanto dinero sin con un millón de pesos al mes necesitaría 360 millones para vivir como sultán el y su familia durante 30 años.

A los exgobernadores como Andrés Granier, Tomas Yarrington, Eugenio Hernández, Roberto Borge, Roberto Sandoval, Guillermo Padres, Rodrigo Medina y Humberto Moreira, agregando a los que próximamente dejaran de ser gobernadores, no les alcanzará la vida para gastarse mil millones de pesos, menos tres mil. Pero enloquecen y en consecuencia se van del estado que gobernaron, se amparan, andan a salto de mata  buscados por la interpol y algunos terminan en la cárcel. No será mejor robar poquito para al término del gobierno poder pasear por la ciudad siendo respetados y sintiéndose orgullosos de haber servido cabalmente al pueblo que confió en ellos. Seguramente estos ambiciosos personajes que tuvieron el privilegio de gobernar el estado donde nacieron, jamás se enteraron de los tres deseos que para sus funerales Alejandro Magno le pidió a sus más fieles sirvientes y generales.

Email:[email protected]