Por: Erick R. Solís Tavizón

El estado de crisis que generó la pandemia del COVID-19 con todos sus efectos de salud, económicos y políticos, está acentuando las diferencias y la polarización política que ya existía desde antes de esta situación de emergencia, esto ha hecho que se endurezcan las posiciones y las visiones de dos grandes bloques de la sociedad mexicana: por un lado, quienes ven una “pronta salida y una crisis transitoria”, que no causará mayores daños porque “vamos muy bien o porque nos cayó como anillo al dedo” y del otro lado; quienes advierten que la productividad económica, y la estabilidad social están en riesgo por la forma tan errática en la que se conduce el país.

No es difícil avizorar de manera cada vez más clara el divorcio que existe entre esos dos México’s; el de la Cuarta Transformación (4T) de Andrés Manuel López Obrador y sus seguidores, esos que ven la crisis del Coronavirus como un accidente aprovechado por sus adversarios (fifis y conservadores) para intentar golpear al Presidente y a su proyecto político al que están dispuestos a defender a capa y espada; y el otro México; el que, más allá de una posición política aún dispersa y sin liderazgos, intenta colgarse de esta crisis para ganar adeptos, misma que está siendo movilizada más por la sociedad civil, que por empresarios molestos o por gobernadores en rebeldía hacia un desmesurado poder Ejecutivo.

Para el primer bloque, el de la 4T, las expresiones del otro México son “golpismo”; golpismo puro que quiere “destruir el proyecto del Presidente, porque afectó a sus intereses y terminó con los privilegios del pasado. Para el segundo bloque, se trata de “rescatar al país” y de buscar una salida prematura del poder del tabasqueño, al interior de este grupo anti-AMLO existe una clara subdivisión; por un lado, los radicales, los que exigen que “renuncie y que se vaya ya” y, por otro lado, el grupo que le apuestan a ganarle por las vías institucionales, primero en las elecciones del 6 de junio, donde pretenden arrebatarle a Morena y al Presidente la mayoría de la Cámara de Diputados, y luego, en la aberrante Revocación de Mandato propuesta para 2022.

Los dos grandes bandos están aprovechando la crisis de Coronavirus para alistar armas y prepararse para la confrontación publica y política de los meses venideros. En la esquina del Gobierno, la definición ideológica que tomó López Obrador en esta crisis, en la que decidió salvar con recursos públicos a su Gobierno y a sus obras emblemáticas, le apuestan a la comunicación estratégica y a sus estructuras, a esas personas que reciben apoyos de los programas sociales que pueden coadyuvar con su permanencia en el poder.

Y, en la otra esquina, los grupos que ven a la 4T como una amenaza; desde el año pasado empezaron a salir del anonimato de las redes sociales, presentando con movilizaciones y estrategias políticas  las deslucidas manifestaciones clasemedieras, proyectando a grupos como “FRENA”, Frente Nacional Anti-Amlo, aunado a ello el grupo de Gobernadores de oposición y el neo movimiento y muy lamentable “Va por México”, esa mezcla de ideologías y de liderazgos cansados que no inyectan confianza ni frescura en sus objetivos le apuestan a que la “unidad” sea la clave de su éxito, un tema que resulta complicado ya que a la fecha, no han terminado de convencer a una sociedad cansada y aburrida de la clase política.

La sociedad tiene que estar preparada para la nueva normalidad, en la que, ante el desorden y el caos que ha provocado la pandemia y su mal manejo tanto a nivel nacional como a nivel local, cada quien tendrá que cuidarse a sí mismo y a los suyos, y mientras tratar de adaptarnos a esta nueva realidad con la angustia de no enfermarnos o morir a causa del COVID-19, el choque de los dos México’s será cada vez más estridente e inevitable. Esperemos y apostemos todos a que esta lucha se dirima por las vías democráticas e institucionales.

Lo contrario, sería catastrófico.

ES cuánto.

Twitter: @ErickSolisT