Por: Erick R. Solís Tavizón

El matrimonio civil igualitario se define como el que debe realizarse entre dos o más personas, independientemente del sexo o género al que pertenezcan o al que se asuman, además, tiene que ver con la libertad de estas para decidir sobre su propia vida con igualdad bajo el principio de no discriminación como elemento clave del desarrollo de los derechos humanos.

Las reformas del año 2011 al artículo 1º de nuestra Carta Magna, acordes a los tratados internacionales suscritos por nuestro país que establecen los principios pro persona, de protección amplia y progresiva de los derechos humanos, han cambiado la percepción de la convivencia entre personas del mismo género, vista antes como un hecho contra natura, enfermizo, promiscuo, pero, sobre todo; antisocial, antirreligioso y amoral.

La prohibición constitucional de discriminar a cualquier persona por su preferencia sexual es contundente y determinante para establecer el matrimonio igualitario. En el año 2015 se emitieron por parte de la Suprema Corte, tesis fundadas en dicha disposición, en las cuales, determinaban que el matrimonio civil no es exclusivo de un hombre y de una mujer, y tampoco tiene como fin el de la procreación.

Sin embargo, pese a la tajante interpretación de jurisprudencias, aún sigue habiendo renuencia de reconocer y establecer el matrimonio igualitario en el país, pues actualmente, solo faltan diez en Entidades Federativas (incluido Durango) en reformar sus respectivos Códigos Civiles para autorizar dichos cambios.

Obstaculizar la validez del matrimonio igualitario limita la autodeterminación de las personas y el desarrollo de su personalidad, tal como lo precisa la Corte y los tratados internacionales, pues la orientación sexual es un asunto privado que no tiene porqué impedirse.

En las entidades federativas donde aún no se hacen las reformas legales para establecer el matrimonio simplemente entre personas, sin importar el género, los prejuicios siguen ligados a los tiempos políticos, a la homofobia y la discriminación estructural, donde el predominio de determinado grupo o partido político piensa que, establecer el matrimonio igualitario puede tener repercusiones en los resultados electorales, en la aprobación gubernamental o sencillamente el odio a lo diverso que conlleva a contribuir en cualquier reforma legal.

El día de ayer, en el Congreso del Estado se presentó la iniciativa de legalizar el matrimonio igualitario en nuestra entidad; con tres votos a favor y dos inasistencias se aprobaron en la comisión de Derechos Humanos el dictamen referente al matrimonio igualitario, turnándose la iniciativa para subirse al pleno y que se resuelva en esta o en la próxima Legislatura, lo que significa que seguirá entonces el debate y la incertidumbre respecto a su resolución.

Concluyo la opinión de hoy citando una de las más polémicas declaraciones del papa Francisco, cuando le preguntaron su postura respecto al tema:

“La gente homosexual tiene derecho a estar en una familia. Son hijos de Dios y tienen derecho a una familia. Nadie debería ser expulsado o sentirse miserable. Lo que tenemos que crear es una Ley de unión civil. De esa manera están cubiertos legalmente. Yo defendí eso”

ES Cuanto.

Twitter: @ErickSolisT